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SANTIAGO, Chile
Somos un matrimonio católico chileno, compuesto por Juan Rajs Grzebien, Corredor de Propiedades y Helicicultor y Nina Mónica Ramírez Donders, Profesora de Religión y Moral, Habilitada en Filosofía y Educadora de Párvulos, nuestra intención es promover la Doctrina y Cultura Católicas. Para mí, Juan Rajs, mi mayor orgullo y mi gran inspiración es Ninita, mi esposa, mi Dulce y Tierno regalito de Jesús como yo la llamo, no ceso de alabar a Dios por habermela concedido desde la eternidad, para amarla, respetarla y cuidarla siempre.

miércoles, 12 de septiembre de 2012

EVANGELIO DEL DOMINGO

XXIVº DOMINGO DEL TIEMPO COMÚN
DE LA IGLESIA




“LA FE SIN OBRAS ESTÁ MUERTA”


DOMINGO 16 DE SEPTIEMBRE DE 2012

PRIMERA LECTURA.

TOMADA DEL LIBRO
DE ISAÍAS 50, 5-9a

El Señor abrió mi oído y yo no me resistí ni me volví atrás. Ofrecí mi espalda a los que me golpeaban y mis mejillas, a los que me arrancaban la barba; no retiré mi rostro cuando me ultrajaban y escupían. Pero el Señor viene en mi ayuda: por eso, no quedé confundido; por eso, endurecí mi rostro como el pedernal, y sé muy bien que no seré defraudado. Está cerca el que me hace justicia: ¿quién me va a procesar? ¡Comparezcamos todos juntos! ¿Quién será mi adversario en el juicio? ¡Que se acerque hasta mí! Sí, el Señor viene en mi ayuda: ¿quién me va a condenar?

Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL
115 (114), 1-6. 8-9

R.: CAMINARÉ EN LA PRESENCIA
DEL SEÑOR.

Amo al Señor, porque Él escucha
el clamor de mi súplica,
porque inclina su oído hacia mí,
cuando yo lo invoco  R.:

Los lazos de la muerte me envolvieron,
me alcanzaron las redes del Abismo,
caí en la angustia y la tristeza;
entonces invoqué al Señor:
“¡Por favor, sálvame la vida!”  R.:

El Señor es justo y bondadoso,
nuestro Dios es compasivo;
el Señor protege a los sencillos:
yo estaba en la miseria y me salvó  R.: 

Él libró mi vida de la muerte,
mis ojos de las lágrimas
y mis pies de la caída.
Yo caminaré en la presencia del Señor,
en la tierra de los vivientes   R.:

SEGUNDA LECTURA.

TOMADA DEL LA CARTA DEL
APÓSTOL SANTIAGO 2, 14-18

¿De qué le sirve a uno, hermanos míos, decir que tiene fe, si no tiene obras? ¿Acaso esa fe puede salvarlo? ¿De qué sirve si uno de ustedes, al ver a un hermano o una hermana desnudos o sin el alimento necesario, les dice: “Vayan en paz, caliéntense y coman”, y no les da lo que necesitan para su cuerpo? Lo mismo pasa con la fe: si no va acompañada de las obras, está completamente muerta. Sin embargo, alguien puede objetar: “Uno tiene la fe y otro, las obras”. A ese habría que responderle: “Muéstrame, si puedes, tu fe sin las obras. Yo, en cambio, por medio de las obras, te demostraré mi fe”.

Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

¡ALELUYA!

Yo solo me gloriaré en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo está crucificado para mí, como yo lo estoy para el mundo
(Gál 6, 14).

¡ALELUYA!

EVANGELIO.

EVANGELIO DE
NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO
SEGÚN SAN MARCOS 8, 27-35

Jesús salió con sus discípulos hacia los poblados de Cesarea de Filipo, y en el camino les preguntó: “¿Quién dice la gente que soy Yo?” Ellos le respondieron: “Algunos dicen que eres Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los profetas”. “Y ustedes, ¿quién dicen que soy Yo?” Pedro respondió: “Tú eres el Mesías”. Jesús les ordenó terminantemente que no dijeran nada acerca de Él. Y comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre debía sufrir mucho y ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas; que debía ser condenado a muerte y resucitar después de tres días; y les hablaba de esto con toda claridad. Pedro, llevándolo aparte, comenzó a reprenderlo. Pero Jesús, dándose vuelta y mirando a sus discípulos, lo reprendió, diciendo: “¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres”. Entonces Jesús, llamando a la multitud, junto con sus discípulos, les dijo: “El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí y por la Buena Noticia, la salvará”.

Palabra de Dios.
¡Gloria y honor a Ti, Señor Jesús!

CARGAR CON LA CRUZ DE LA INCOMPRENSIÓN
Y DE LA INDIFERENCIA.

El siervo sufriente que lo da todo por nosotros se identifica con Jesús.
 
Muchas veces en nuestro caminar como cristianos surge en nosotros el desánimo ante las críticas, la indiferencia o el olvido de la sociedad. Hoy la Palabra de Dios a través del profeta Isaías nos muestra un modelo a seguir. La figura del siervo de Yahvé que presenta el profeta Isaías ha sido diversamente interpretada hasta nuestros días. Para unos, el siervo era el pueblo de Israel o más probablemente, el “resto de Israel” o “los pobres de Yahvé”. Para otros, se trataría de una persona individual, de un profeta y, sobre todo, del Mesías prometido. En cualquier caso, se trataría de uno (persona individual o colectiva) que padece por muchos, que toma sobre sí los pecados ajenos y que salva a los culpables con su resistencia hasta la muerte y con su triunfo a pesar de la muerte. El Siervo de Yahvé es siempre el vehículo de una esperanza para todos y en cierto modo de todos, esperanza que en Él se viste de paciencia a causa de los pecados ajenos. El poeta inspirado de estos cantos ha conseguido un alto grado de espiritualización de las expectativas mesiánicas de Israel, acercándose mucho a las realidades de la cruz de Cristo. No es de extrañar que los evangelistas identifiquen en Jesús de Nazaret al mismo Siervo de Yahvé. Contra todos los ataques tiene el mejor defensor; contra todas las falsas acusaciones, el mejor abogado, con que el El Siervo de Yahvé confía salir victorioso de todos sus enemigos, porque Dios está con Él.
 
Cuando nosotros sintamos el cansancio o la incomprensión pensemos en Él y sacaremos fuerzas para seguir adelante.
 
Asumir las consecuencias del seguimiento de Jesús

Los judíos del tiempo de Jesús esperaban un Mesías libertador político de Israel del yugo extranjero. A la imagen del Mesías del tiempo de Jesús le era absolutamente extraña la idea de un padecer y de un morir violentamente impuestos. No identifican al Mesías con el “Siervo sufriente”. ¡Esta es precisamente la idea y la realidad que Jesús asume para sí mismo, junto con una profesión de fe en la vida! Ser cristiano, según Marcos, es partir de esta primera convicción: “Puede ser que desemboque en la cruz, es decir, que me liquiden”. Y a este cristiano Jesús le dice: “¡Ese riesgo vale la pena, córrelo!” El camino que Jesús como Mesías ve ante sí y del que abiertamente hablaba con sus discípulos no era entendido por Pedro. Por eso Jesús lo toma aparte para recriminarlo, no dejándose desviar de su camino. Y dice a Pedro: “apártate detrás de mi (de mi vista), Satanás”). Con el intento de desviar a Jesús de su camino, Pedro traiciona su vocación como discípulo. Jesús, sin embargo, debía sufrir, porque éste era el destino de los hombres después del pecado. Debía sufrir y ser rechazado por las autoridades, porque éste es el destino de los que proclaman la verdad entre nosotros. Debía ir voluntariamente a la muerte, porque el sacrificio de sí mismo libremente aceptado es el único medio para salvar al mundo.

Cargar con la propia cruz

Aunque Jesús acepta la confesión de Pedro, prohíbe a sus discípulos que vayan diciendo por ahí que Él es el Mesías. Con ello quiere evitar el peligro de un malentendido, muy probable en un pueblo que se había formado una idea tan distinta del Mesías a como era Jesús. A partir de este momento, Jesús quiere hablar sin rodeos de lo que le espera y de qué manera ha de entrar en su gloria padeciendo antes la afrenta de la cruz. Pero ni Pedro ni nadie pueden detener a Jesús en su camino y en el cumplimiento de su misión. Todo lo contrario, Jesús está dispuesto a exigir a sus discípulos que lo sigan. Porque sólo aquel que carga con la cruz y se niega a sí mismo, puede ser su discípulo. “Cargar con la cruz” no era para los oyentes una expresión simbólica. Los romanos obligaban al reo a llevar sobre los hombros su propia cruz, y más de uno de los oyentes habría visto con sus ojos a alguno de estos desgraciados caminar fatigosamente para ser crucificado. Cargar con la cruz significa renunciar voluntariamente a los instintos de conservar la vida, los honores y las riquezas cuando todo esto no es posible sin quebrantar la voluntad de Dios. Pero la cruz, que es la más alta expresión del sacrificio, no tiene que ver nada con el masoquismo: el cristiano no se sacrifica por amor al dolor, sino por amor a Cristo y a los hombres y por hacer la voluntad de Dios. La entrega de la propia vida, cuando esto es una exigencia del evangelio (y lo es al menos cuando a uno le llega la muerte), es el único modo de entrar en la vida eterna. 

Cargar con la propia cruz es asumir el compromiso que cada uno tiene de luchar por hacer un mundo mejor a pesar de los contratiempos y de las incomprensiones.


Padre José Mª Martín, OSA
                   España
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Jesús nos bendiga, a ustedes y a nosotros,
Nina y Juan.