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SANTIAGO, Chile
Somos un matrimonio católico chileno, compuesto por Juan Rajs Grzebien, Corredor de Propiedades y Helicicultor y Nina Mónica Ramírez Donders, Profesora de Religión y Moral, Habilitada en Filosofía y Educadora de Párvulos, nuestra intención es promover la Doctrina y Cultura Católicas. Para mí, Juan Rajs, mi mayor orgullo y mi gran inspiración es Ninita, mi esposa, mi Dulce y Tierno regalito de Jesús como yo la llamo, no ceso de alabar a Dios por habermela concedido desde la eternidad, para amarla, respetarla y cuidarla siempre.

miércoles, 21 de marzo de 2012

EVANGELIO DEL DOMINGO

Vº DOMINGO DE CUARESMA




“EL GRANO QUE DA MUCHO FRUTO”

DOMINGO 25 DE MARZO DE 2012

PRIMERA LECTURA.

TOMADA DEL LIBRO DE
JEREMÍAS 31, 31-34


Llegarán los días -oráculo del Señor- en que estableceré una nueva Alianza con la casa de Israel y la casa de Judá. No será como la Alianza que establecí con sus padres el día en que los tomé de la mano para hacerlos salir del país de Egipto, mi Alianza que ellos rompieron, aunque Yo era su dueño -oráculo del Señor. Esta es la Alianza que estableceré con la casa de Israel, después de aquellos días -oráculo del Señor: pondré mi Ley dentro de ellos, y la escribiré en sus corazones; yo seré su Dios y ellos serán mi Pueblo. Y ya no tendrán que enseñarse mutuamente, diciéndose el uno al otro: “Conozcan al Señor”. Porque todos me conocerán, del más pequeño al más grande -oráculo del Señor. Porque Yo habré perdonado su iniquidad y no me acordaré más de su pecado.

Palabra de Dios:
Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL
51(50), 3-4. 12-15


ANTÍFONA:

R.: CREA EN MÍ, DIOS MÍO,
UN CORAZÓN PURO.

¡Ten piedad de mí, Señor, por tu bondad,
por tu gran compasión, borra mis faltas!
¡Lávame totalmente de mi culpa
y purifícame de mi pecado!  R.:

Crea en mí, Dios mío, un corazón puro,
y renueva la firmeza de mi espíritu.
No me arrojes lejos de tu presencia
ni retires de mí tu santo espíritu  R.:

Devuélveme la alegría de tu salvación,
que tu espíritu generoso me sostenga:
yo enseñaré tu camino a los impíos
y los pecadores volverán a ti   R.:


SEGUNDA LECTURA.

TOMADA DE LA CARTA A
LOS HEBREOS 5, 7-9

Hermanos:

Cristo dirigió durante su vida terrena súplicas y plegarias, con fuertes gritos y lágrimas, a aquel que podía salvarlo de la muerte, y fue escuchado por su humilde sumisión. Y, aunque era Hijo de Dios, aprendió por medio de sus propios sufrimientos qué significa obedecer. De este modo, Él alcanzó la perfección y llegó a ser causa de salvación eterna para todos los que le obedecen.

Palabra de Dios:
Te alabamos, Señor.

ACLAMACIÓN

El que quiera servirme, que me siga, dice el Señor; y donde esté Yo, allí también estará mi servidor – dice el Señor
(Jn 12, 26).

EVANGELIO.

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO
SEGÚN SAN JUAN 12, 20-33

En aquel tiempo, entre los que habían subido para adorar durante la fiesta, había unos griegos que se acercaron a Felipe, el de Betsaida de Galilea, y le dijeron: “Señor, queremos ver a Jesús”. Felipe fue a decírselo a Andrés, y ambos se lo dijeron a Jesús. Él les respondió: “Ha llegado la hora en que el Hijo del hombre va a ser glorificado. Les aseguro que si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto. El que tiene apego a su vida la perderá; y el que no está apegado a su vida en este mundo, la conservará para la Vida eterna. El que quiera servirme, que me siga, y donde Yo esté, estará también mi servidor. El que quiera servirme, será honrado por mi Padre. Mi alma ahora está turbada. ¿Y qué diré: “Padre, líbrame de esta hora?” ¡Si para eso he llegado a esta hora! ¡Padre, glorifica tu Nombre! Entonces se oyó una voz del cielo: “Ya lo he glorificado y lo volveré a glorificar”. La multitud que estaba presente y oyó estas palabras, pensaba que era un trueno. Otros decían: “Le ha hablado un ángel”. Jesús respondió: “Esta voz no se oyó por mí, sino por ustedes. Ahora ha llegado el juicio de este mundo, ahora el Príncipe de este mundo será arrojado afuera; y cuando Yo sea levantado en alto sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí”. Jesús decía esto para indicar cómo iba a morir.

Palabra de Dios:
¡Gloria y Honor a Ti, Señor Jesús!

ES LA HORA DE SERVIR A CRISTO

Una nueva alianza escrita en el corazón de cada uno

Jeremías se abre a la esperanza escatológica para anunciar una “alianza nueva”. La profecía de Jeremías adquiere todo su significado en la situación crítica en la que fue pronunciada. Recordemos que eran tiempos de ruina nacional, en los que el Templo con todos sus símbolos se vino abajo. Es la primera vez que aparece este concepto de la "nueva alianza", que pasaría después al Nuevo Testamento y a la iglesia cristiana. Las partes de esta alianza serán las mismas que pactaron en el Sinaí: Yahvé será el Dios de Israel, y éste el pueblo de Dios. Pero esta alianza nueva, escrita en el corazón, sólo será posible si el mismo Dios purifica antes los corazones y perdona el pecado que en ellos está grabado. Jeremías señala la responsabilidad personal de cada persona. Es una relación personal con Dios, que meterá su ley en el pecho y en el corazón de cada uno. “Mi sacrificio es un espíritu quebrantado”, dice el Salmo responsorial. San Agustín comenta que el que así ora reconoce su responsabilidad personal “se examina a sí mismo, y no de manera superficial, como quien palpa, sino profundizando en su interior. No se perdona a sí mismo, y por esto precisamente puede atreverse a pedir perdón.

Mi sacrificio es un espíritu quebrantado; un corazón quebrantado y humillado; tú no lo desprecias. Este es el sacrificio que has de ofrecer. No busques en el rebaño, no prepares navíos para navegar hasta las más lejanas tierras a buscar perfumes. Busca en tu corazón la ofrenda grata a Dios”. 

La obediencia y la angustia de Jesús

En la segunda lectura, de la Carta a los Hebreos el autor describe con palabras conmovedoras y llenas de realismo la oración y la angustia de Jesús. Evidentemente se refiere al trance de Getsemaní, cuando Jesús tuvo que experimentar en su propia carne la repugnancia natural ante una muerte que se acercaba. El que iba a ser constituido mediador y sacerdote de la nueva alianza se acercó a los hombres y bajó hasta lo más profundo de nuestro dolor. Sabemos que Jesús padeció y murió en la cruz después de su oración en el Huerto de los Olivos. Si, no obstante, se dice aquí que fue escuchado, esto sólo puede tener dos sentidos igualmente válidos: que Jesús venció su repugnancia natural a la muerte y aceptó la voluntad del Padre y que el Padre lo libró de la muerte resucitándole al tercer día. Frecuentemente se habla en el Nuevo Testamento de la obediencia de Jesús, pero ésta es la obediencia del Padre, que se muestra muchas veces como desobediencia a los hombres y a las leyes humanas. Por su obediencia al Padre hasta la muerte, y muerte de cruz, Jesús alcanzó una vida cumplida, perfecta, gloriosa, y fue constituido en Señor que ahora da la vida a todos cuantos le obedecen.

Dar fruto como el grano de trigo que muere en el surco.

Tras le resurrección de Lázaro mucha gente decidió seguir a Jesús. Los fariseos comentan llenos de rabia en el versículo anterior al comienzo de este texto: “Todo el mundo se ha ido tras Él”. Todo el clamor de la multitud y el triunfo que le acompaña no puede impedir que Jesús esté en su interior profundamente preocupado; pues ha llegado la “hora” de su “exaltación”, de su muerte y también de su verdadera glorificación en la cruz. Es la hora señalada por el Padre para realizar la siembra necesaria, sin la que no es posible la cosecha. Y Jesús es el grano. Es preciso que muera para que se extienda por todo el mundo su obra de salvación. La cosecha que Jesús espera no es otra que la salvación del mundo por la fe en su evangelio. Juan utiliza siempre la expresión “dar fruto” en este sentido misionero. La eficacia de la muerte de Jesús para la extensión del reino de Dios entre los hombres y los pueblos no es una eficacia automática: por lo tanto no ahorra a nadie la opción libre por el evangelio. Por eso Jesús, que ha cumplido en su vida y en su muerte la ley de la siembra, de la generosidad y la entrega, nos advierte que todos debemos hacer lo mismo que Él si queremos entrar con Él en la vida eterna. Pues el que sólo se cuida de sí mismo y no tiene más preocupaciones que la de salvar su vida, la pierde; en cambio, gana la vida eterna el que vive y muere por los demás.

Servir a Cristo en el hermano.
 
Jesús obedeció al Padre cuando llegó su “hora”. Jesús recuerda a sus discípulos que deben servirle y servir al evangelio siguiendo su camino hasta el final. ¿En qué consiste “servir a Cristo?” San Agustín nos lo explica: “Debemos buscar en este mismo texto qué significa servir a Jesús, sin tener que recurrir a otros. Cuando dijo: Si alguno me sirve, sígame, indicó lo que quería decir: Si alguno no me sigue, ése no me sirve. Sirven, pues a Cristo los que no buscan sus propios intereses, sino los de Jesucristo. Síganme, es decir, vayan por mis caminos y no por los suyos. El que sirve así, sirve a Cristo y se le dirá con justicia: Lo que hiciste a uno de mis pequeños, a mí me lo hiciste. Y a quien sirva a Cristo de este modo, el Padre le honrará con el extraordinario honor de estar con su Hijo y su felicidad será inagotable”.


P. José Mª Martín, OSA
             España.

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Jesús nos bendiga, a ustedes y a nosotros,
Nina y Juan.