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SANTIAGO, Chile
Somos un matrimonio católico chileno, compuesto por Juan Rajs Grzebien, Corredor de Propiedades y Helicicultor y Nina Mónica Ramírez Donders, Profesora de Religión y Moral, Habilitada en Filosofía y Educadora de Párvulos, nuestra intención es promover la Doctrina y Cultura Católicas. Para mí, Juan Rajs, mi mayor orgullo y mi gran inspiración es Ninita, mi esposa, mi Dulce y Tierno regalito de Jesús como yo la llamo, no ceso de alabar a Dios por habermela concedido desde la eternidad, para amarla, respetarla y cuidarla siempre.

jueves, 6 de septiembre de 2012

EVANGELIO DEL DOMINGO

XXIIIº DOMINGO DEL TIEMPO COMÚN
DE LA IGLESIA




“LOS POBRES, NUESTROS HERMANOS”


DOMINGO 09 DE SEPTIEMBRE DE 2012

PRIMERA LECTURA.

TOMADA DEL LIBRO
DE ISAÍAS 35, 4-7

Digan a los que están desalentados: “¡Sean fuertes, no teman: ahí está su Dios! Llega la venganza, la represalia de Dios: Él mismo viene a salvarlos”. Entonces se abrirán los ojos de los ciegos y se destaparán los oídos de los sordos; entonces el tullido saltará como un ciervo y la lengua de los mudos gritará de júbilo. Porque brotarán aguas en el desierto y torrentes en la estepa; el páramo se convertirá en un estanque y la tierra sedienta en manantiales; la morada donde se recostaban los chacales será un paraje de caña y papiros.

Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL
146 (145), 7-10

R.: ¡ALABA AL SEÑOR,
ALMA MÍA!

El Señor hace justicia a los oprimidos
y da pan a los hambrientos.
El Señor libera a los cautivos  R.:

Abre los ojos de los ciegos
y endereza a los que están encorvados.
El Señor ama a los justos
y protege a los extranjeros  R.:

Sustenta al huérfano y a la viuda
y entorpece el camino de los malvados.
El Señor reina eternamente,
reina tu Dios, Sión,
a lo largo de las generaciones  R.:

SEGUNDA LECTURA.

TOMADA DEL LA CARTA DEL
APÓSTOL SANTIAGO 2, 1-7

Hermanos:

Ustedes que creen en nuestro Señor Jesucristo glorificado, no hagan acepción de personas. Supongamos que cuando están reunidos, entra un hombre con un anillo de oro y vestido elegantemente, y al mismo tiempo, entra otro pobremente vestido. Si ustedes se fijan en el que está muy bien vestido y le dicen: “Siéntate aquí, en el lugar de honor”, y al pobre le dicen: “Quédate allí, de pie”, o bien: “Siéntate a mis pies”, ¿no están haciendo acaso distinciones entre ustedes y actuando como jueces malintencionados? Escuchen, hermanos muy queridos: ¿Acaso Dios no ha elegido a los pobres de este mundo para enriquecerlos en la fe y hacerlos herederos del Reino que ha prometido a los que lo aman? Y sin embargo, ¡ustedes desprecian al pobre! ¿No son acaso los ricos los que los oprimen a ustedes y los hacen comparecer ante los tribunales? ¿No son ellos los que blasfeman contra el Nombre tan hermoso que ha sido pronunciado sobre ustedes?

Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

¡ALELUYA!

Jesús proclamaba la Buena Noticia del Reino, y sanaba todas las dolencias de la gente
(Mt 4, 23).

¡ALELUYA!

EVANGELIO.

EVANGELIO DE
NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO
SEGÚN SAN MARCOS 7, 31-37

Cuando Jesús volvía de la región de Tiro, pasó por Sidón y fue hacia el mar de Galilea, atravesando el territorio de la Decápolis. Entonces le presentaron a un sordomudo y le pidieron que le impusiera las manos. Jesús lo separó de la multitud y, llevándolo aparte, le puso los dedos en las orejas y con su saliva le tocó la lengua. Después, levantando los ojos al cielo, suspiró y le dijo: “Efatá”, que significa: “Ábrete”. Y en seguida se abrieron sus oídos, se le soltó la lengua y comenzó a hablar normalmente. Jesús les mandó insistentemente que no dijeran nada a nadie, pero cuanto más insistía, ellos más lo proclamaban y, en el colmo de la admiración, decían: “Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos”.

Palabra de Dios.
¡Gloria y honor a Ti, Señor Jesús!

ESCUCHA PRIMERO, HABLA DESPUÉS

Dios nos libera de nuestras opresiones

Muchas ataduras y esclavitudes nos atenazan. El hombre de hoy, como el pueblo de Israel vive en estado de opresión, son nuestras esclavitudes y miserias. Nos cuesta mucho liberarnos de ellas, bajamos las manos y nos desesperamos. El profeta Isaías invita a los que todavía tienen esperanza para que le ayuden a levantar el ánimo de los que ya están cansados de esperar. El primer efecto de la palabra profética ha de ser liberar a los hombres del miedo que les esclaviza el corazón: "Mirad a vuestro Dios que trae el desquite...", proclama. Dios, que hace un asunto personal de las desgracias de su pueblo, ya está llegando para juzgar a unos y salvar a otros. Las señales de la venida del Señor serán las curaciones de todos los achaques corporales y espirituales de los cautivos. Los que ahora no pueden ver, verán la salvación; los que no pueden escuchar, escucharán la buena noticia; los que no pueden o no se atreven a hablar, cantarán, y hasta los cojos saltarán de gozo. Hasta la tierra se alegrará con la presencia del Señor, que libera a su pueblo. El desierto, símbolo de la muerte, engendrará la vida. Correrán las aguas por la estepa y lo reseco será un manantial. Se repetirán las maravillas del primer éxodo. Es la maravilla que se producirá en nosotros cuando nos liberemos de nuestras esclavitudes.

No podemos tener acepción de personas ni discriminar a nadie.

 Santiago afirma con rotundidad que la fe en Jesucristo no se compagina con la acepción de personas. Por lo tanto, no debemos estimar a los hombres por lo que aparentan o lo que tienen, sino por lo que son delante de Dios. Si la acepción de las personas se practicara en la vida de la iglesia sería un escándalo y un desconocimiento de Cristo, que se ha identificado con los más pobres. Los criterios del mundo son muy distintos de los criterios cristianos. La máxima del mundo es ésta: "Tanto tienes, tanto vales". Pero Jesús llamó bienaventurados a los pobres. Si halagamos a los ricos y despreciamos a los pobres, nos apartamos en la práctica de la verdadera fe y no somos ya discípulos consecuentes de Jesús. El trato que reciban los pobres en nuestras asambleas litúrgicas no puede ser otra cosa que el compromiso real de estar con ellos y luchar con ellos en otras asambleas en las que se ventila también el pan de la justicia.

¿Sabemos comunicarnos?
 
Vivimos en un mundo dominado por las comunicaciones, tanto que no podemos pasar unos días sin teléfono o sin internet. Es como si estuviéramos enganchados a las nuevas tecnologías. Me sorprendió un reportaje que vi en televisión sobre una casa rural donde los huéspedes buscaban la tranquilidad y para ello aceptaban que se apretase un botón para que en toda la casa no hubiera posibilidad de llamar por teléfono o conectarse a internet a partir de cierta hora del día. ¿Podemos afirmar que nos comunicamos mejor que en tiempos pasados? Es verdad que ahora nos enteramos en seguida de cualquier cosa que pasa en el mundo, pero el hombre y la mujer de hoy se sienten más solos que nunca, hay personas que no pueden comunicarse personalmente con nadie. Estamos sordos cuando, enganchados al teléfono, no escuchamos al que está a nuestro lado pidiendo ayuda, estamos mudos cuando no sabemos decir a nuestro prójimo la palabra adecuada que le saque de la postración. En territorio extranjero, atravesando la Decápolis, Jesús cura a un sordomudo. Era una persona incomunicada y aislada debido a su enfermedad. Le piden que le imponga las manos. La imposición de manos, como rito de bendición, es utilizada frecuentemente por Jesús en sus curaciones. Este gesto significaba también la comunicación del Espíritu de Dios, y como tal ha pasado a la liturgia de la iglesia. Jesús no quiere despertar un entusiasmo ciego y fomentar el sensacionalismo en las multitudes. Jesús retira al enfermo de la multitud curiosa. Aunque generalmente Jesús cura a los enfermos imponiendo las manos y pronunciando su palabra eficaz, aquí realiza también una serie de gestos simbólicos que dan a todo el proceso una solemnidad especial. Por otra parte, son señales necesarias para comunicarse con el sordomudo. La liturgia bautismal ha recogido estos gestos de Jesús, con lo que reconoce que todo hombre debe ser abierto por Dios para que pueda escuchar el evangelio. Marcos ha conservado en su original arameo la palabra de Jesús al sordomudo "effetá". También esta palabra ha pasado a la liturgia bautismal. Tanto Jesús como la iglesia dirigen esta palabra al hombre, para que se abra a la comunicación y se disponga a recibir el evangelio. Ni el milagro de Jesús ni el rito bautismal son acciones mágicas que actúen en virtud de unos gestos determinados y gracias al poder de una fórmula. Los gestos y las palabras tienen en ambos casos un significado y son, por tanto, apelación de quien ve y escucha. El milagro de Jesús se hace entender primero con gestos visibles por el sordomudo y así lo dispone para la fe, después pronuncia la palabra eficaz.

Primero escuchar, después hablar.

Recuerdo el lema de la opción preferente del año pasado del colegio donde trabajo: “Escucha primero, habla después”. En un mundo lleno de ruido y de palabras vacías, queríamos hacer caer en la cuenta a los alumnos del valor del silencio y de la escucha. No se puede hablar si no se puede escuchar. Y esto vale también respecto a la audición y confesión del evangelio. Sólo el que cree, el que escucha, puede después proclamar y confesar auténticamente el evangelio. Como dice Pablo: “porque creemos, por eso hablamos”. Aunque Jesús ha realizado el milagro apartándose del pueblo, pronto se conoce lo sucedido y todos se hacen lenguas de lo que ha ocurrido. Este milagro es una de las señales anunciadas por Isaías para los tiempos mesiánicos. Es posible que Jesús imponga silencio a estas gentes precisamente por eso, temiendo que la falsa concepción mesiánica que poseían comprometiera su actuación ante los poderes públicos. 

Si queremos ser testigos de Jesús, primero tenemos que “experimentarlo”, buscarlo en la meditación asidua de su Palabra.

Padre José Mª Martín, OSA
                   España
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Jesús nos bendiga, a ustedes y a nosotros,
Nina y Juan.