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SANTIAGO, Chile
Somos un matrimonio católico chileno, compuesto por Juan Rajs Grzebien, Corredor de Propiedades y Helicicultor y Nina Mónica Ramírez Donders, Profesora de Religión y Moral, Habilitada en Filosofía y Educadora de Párvulos, nuestra intención es promover la Doctrina y Cultura Católicas. Para mí, Juan Rajs, mi mayor orgullo y mi gran inspiración es Ninita, mi esposa, mi Dulce y Tierno regalito de Jesús como yo la llamo, no ceso de alabar a Dios por habermela concedido desde la eternidad, para amarla, respetarla y cuidarla siempre.

jueves, 29 de marzo de 2012

EVANGELIO DEL DOMINGO

DOMINGO DE RAMOS EN LA PASIÓN DEL SEÑOR

 
“VERDADERAMENTE ESTE HOMBRE
ES EL HIJO DE DIOS”

DOMINGO 1º DE ABRIL DE 2012

 
BENDICIÓN DE LOS RAMOS.

OREMOS. Dios todopoderoso y eterno, santifica con tu bendición estos ramos, y, a cuantos vamos a acompañar a Cristo aclamándole con cantos, concédenos, por Él, entrar en la Jerusalén del cielo. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO
SEGÚN SAN MARCOS 11, 1-10

Cuando se aproximaban a Jerusalén, estando ya al pie del monte de los Olivos, cerca de Betfagé y de Betania, Jesús envió a dos de sus discípulos, diciéndoles: “Vayan al pueblo que está enfrente y, al entrar, encontrarán un asno atado, que nadie ha montado todavía. Desátenlo y tráiganlo; y si alguien les pregunta: “¿Qué están haciendo?”, respondan: “El Señor lo necesita y lo va a devolver en seguida”. Ellos fueron y encontraron un asno atado cerca de una puerta, en la calle, y lo desataron. Algunos de los que estaban allí les preguntaron: “¿Qué hacen? ¿Por qué desatan ese asno?” Ellos respondieron como Jesús les había dicho y nadie los molestó. Entonces le llevaron el asno, pusieron sus mantos sobre él y Jesús se montó. Muchos extendían sus mantos sobre el camino; otros, lo cubrían con ramas que cortaban en el campo. Los que iban delante y los que seguían a Jesús, gritaban: “¡Hosana! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Bendito sea el Reino que ya viene, el Reino de nuestro padre David! ¡Hosana en las alturas!”

Palabra de Dios:
Te alabamos, Señor.

MISA DE LA PASIÓN.

PRIMERA LECTURA.

TOMADA DEL LIBRO DE
ISAÍAS 50, 4-7

El mismo Señor me ha dado una lengua de discípulo, para que yo sepa reconfortar al fatigado con una palabra de aliento. Cada mañana, Él despierta mi oído para que yo escuche como un discípulo. El Señor abrió mi oído y yo no me resistí ni me volví atrás. Ofrecí mi espalda a los que me golpeaban y mis mejillas, a los que me arrancaban la barba; no retiré mi rostro cuando me ultrajaban y escupían. Pero el Señor viene en mi ayuda: por eso, no quedé confundido; por eso, endurecí mi rostro como el pedernal, y sé muy bien que no seré defraudado.

Palabra de Dios:
Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL
22 (21), 8-9. 17-20. 23-24


ANTÍFONA:

R.: DIOS MÍO, DIOS MÍO,
¿POR QUÉ ME HAS ABANDONADO?

Los que me ven, se burlan de mí,
hacen una mueca y mueven la cabeza,
diciendo: “Confió en el Señor, que Él lo libre;
que lo salve, si lo quiere tanto”  R.:

Me rodea una jauría de perros,
me asalta una banda de malhechores;
taladran mis manos y mis pies.
Yo puedo contar todos mis huesos  R.:

Se reparten entre sí mi ropa
y sortean mi túnica.
Pero tú, Señor, no te quedes lejos;
tú que eres mi fuerza, ven pronto a socorrerme  R.:

Yo anunciaré tu Nombre a mis hermanos, te alabaré en medio de la asamblea:
“Alábenlo, los que temen al Señor;
glorifíquenlo, descendientes de Jacob;
témanlo, descendientes de Israel”   R.:

SEGUNDA LECTURA.

TOMADA DE LA PRIMERA CARTA
DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS
CRISTIANOS DE FILIPOS 2, 6-11

Cristo que era de condición divina, no consideró esta igualdad con Dios como algo que debía guardar celosamente: al contrario, se anonadó a sí mismo, tomando la condición de servidor y haciéndose semejante a los hombres. Y presentándose con aspecto humano, se humilló hasta aceptar por obediencia la muerte y muerte de cruz. Por eso, Dios lo exaltó y le dio el Nombre que está sobre todo nombre, para que al nombre de Jesús, se doble toda rodilla en el cielo, en la tierra y en los abismos, y toda lengua proclame para gloria de Dios Padre: “Jesucristo es el Señor”.

Palabra de Dios:
Te alabamos, Señor.

ACLAMACIÓN

Cristo se humilló por nosotros hasta aceptar por obediencia la muerte y muerte de cruz. Por eso, Dios lo exaltó y le dio el Nombre que está sobre todo nombre
(Flp 2, 8-9).


EVANGELIO.

PASIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO
SEGÚN SAN MARCOS 14, 1; 15-47

Faltaban dos días para la fiesta de la Pascua y de los panes Ázimos. Los sumos sacerdotes y los escribas buscaban la manera de arrestar a Jesús con astucia, para darle muerte. Porque decían: “No lo hagamos durante la fiesta, para que no se produzca un tumulto en el pueblo”. Mientras Jesús estaba en Betania, comiendo en casa de Simón el leproso, llegó una mujer con un frasco lleno de un valioso perfume de nardo puro, y rompiendo el frasco, derramó el perfume sobre la cabeza de Jesús. Entonces algunos de los que estaban allí se indignaron y comentaban entre sí: “¿Para qué este derroche de perfume? Se hubiera podido vender por más de trescientos denarios para repartir el dinero entre los pobres”. Y la criticaban. Pero Jesús dijo: “Déjenla, ¿por qué la molestan? Ha hecho una buena obra conmigo. A los pobres los tienen siempre con ustedes y pueden hacerles bien cuando quieran, pero a mí no me tendrán siempre. Ella hizo lo que podía; ungió mi cuerpo anticipadamente para la sepultura. Les aseguro que allí donde se proclame la Buena Noticia, en todo el mundo, se contará también en su memoria lo que ella hizo”.  Judas Iscariote, uno de los Doce, fue a ver a los sumos sacerdotes para entregarles a Jesús. Al oírlo, ellos se alegraron y prometieron darle dinero. Y Judas buscaba una ocasión propicia para entregarlo. El primer día de la fiesta de los panes Ázimos, cuando se inmolaba la víctima pascual, los discípulos dijeron a Jesús: “¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la comida pascual?” Él envió a dos de sus discípulos, diciéndoles: “Vayan a la ciudad; allí se encontrarán con un hombre que lleva un cántaro de agua. Síganlo, y díganle al dueño de la casa donde entre: El Maestro dice: “¿Dónde está mi sala, en la que voy a comer el cordero pascual con mis discípulos?” Él les mostrará en el piso alto una pieza grande, arreglada con almohadones y ya dispuesta; prepárennos allí lo necesario”. Los discípulos partieron y, al llegar a la ciudad, encontraron todo como Jesús les había dicho y prepararon la Pascua.  Al atardecer, Jesús llegó con los Doce.  Y mientras estaban comiendo, dijo: “Les aseguro que uno de ustedes me entregará, uno que come conmigo”. Ellos se entristecieron y comenzaron a preguntarle, uno tras otro: “¿Seré yo?” Él les respondió: “Es uno de los Doce, uno que se sirve de la misma fuente que yo. El Hijo del hombre se va, como está escrito de Él, pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre será entregado: más le valdría no haber nacido!” Mientras comían, Jesús tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: “Tomen, esto es mi Cuerpo”. Después tomó una copa, dio gracias y se la entregó, y todos bebieron de ella. Y les dijo: “Esta es mi Sangre, la Sangre de la Alianza, que se derrama por muchos. Les aseguro que no beberé más del fruto de la vid hasta el día en que beba el vino nuevo en el Reino de Dios”. Después del canto de los Salmos, salieron hacia el monte de los Olivos. Y Jesús les dijo: “Todos ustedes se van a escandalizar, porque dice la Escritura: Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas. Pero después que Yo resucite, iré antes que ustedes a Galilea”. Pedro le dijo: “Aunque todos se escandalicen, yo no me escandalizaré”. Jesús le respondió: “Te aseguro que hoy, esta misma noche, antes que cante el gallo por segunda vez, me habrás negado tres veces”. Pero él insistía: “Aunque tenga que morir contigo, jamás te negaré”. Y todos decían lo mismo.  Llegaron a una propiedad llamada Getsemaní, y Jesús dijo a sus discípulos: “Quédense aquí, mientras Yo voy a orar”. Después llevó con Él a Pedro, Santiago y Juan, y comenzó a sentir temor y a angustiarse. Entonces les dijo: “Mi alma siente una tristeza de muerte. Quédense aquí velando”. Y adelantándose un poco, se postró en tierra y rogaba que, de ser posible, no tuviera que pasar por esa hora. Y decía: “Abba -Padre- todo te es posible: aleja de mí este cáliz, pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya”. Después volvió y encontró a sus discípulos dormidos. Y Jesús dijo a Pedro: “Simón, ¿duermes? ¿No has podido quedarte despierto ni siquiera una hora? Permanezcan despiertos y oren para no caer en la tentación, porque el espíritu está dispuesto, pero la carne es débil”. Luego se alejó nuevamente y oró, repitiendo las mismas palabras. Al regresar, los encontró otra vez dormidos, porque sus ojos se cerraban de sueño, y no sabían qué responderle. Volvió por tercera vez y les dijo: “Ahora pueden dormir y descansar. Esto se acabó. Ha llegado la hora en que el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los pecadores. ¡Levántense! ¡Vamos! Ya se acerca el que me va a entregar”. Jesús estaba hablando todavía, cuando se presentó Judas, uno de los Doce, acompañado de un grupo con espadas y palos, enviado por los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos. El traidor les había dado esta señal: “Es aquel a quien voy a besar. Deténganlo y llévenlo bien custodiado”. Apenas llegó, se le acercó y le dijo: “Maestro”, y lo besó. Los otros se abalanzaron sobre Él y lo arrestaron. Uno de los que estaban allí sacó la espada e hirió al servidor del Sumo Sacerdote, cortándole la oreja.  Jesús les dijo: “Como si fuera un bandido, han salido a arrestarme con espadas y palos. Todos los días estaba entre ustedes enseñando en el Templo y no me arrestaron. Pero esto sucede para que se cumplan las Escrituras”. Entonces todos lo abandonaron y huyeron. Lo seguía un joven, envuelto solamente con una sábana, y lo sujetaron; pero él, dejando la sábana, se escapó desnudo. Llevaron a Jesús ante el Sumo Sacerdote, y allí se reunieron todos los sumos sacerdotes, los ancianos y los escribas. Pedro lo había seguido de lejos hasta el interior del palacio del Sumo Sacerdote y estaba sentado con los servidores, calentándose junto al fuego. Los sumos sacerdotes y todo el Sanedrín buscaban un testimonio contra Jesús, para poder condenarlo a muerte, pero no lo encontraban. Porque se presentaron muchos con falsas acusaciones contra El, pero sus testimonios no concordaban. Algunos declaraban falsamente contra Jesús: “Nosotros lo hemos oído decir: “Yo destruiré este Templo hecho por la mano del hombre, y en tres días volveré a construir otro que no será hecho por la mano del hombre”. Pero tampoco en esto concordaban sus declaraciones. El Sumo Sacerdote, poniéndose de pie ante la asamblea, interrogó a Jesús: “¿No respondes nada a lo que estos atestiguan contra ti?” Él permanecía en silencio y no respondía nada. El Sumo Sacerdote lo interrogó nuevamente: “¿Eres el Mesías, el Hijo del Dios bendito?” Jesús respondió: «Sí, Yo lo soy: y ustedes verán al Hijo del hombre sentarse a la derecha del Todopoderoso y venir entre las nubes del cielo”. Entonces el Sumo Sacerdote rasgó sus vestiduras y exclamó: “¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Ustedes acaban de oír la blasfemia. ¿Qué les parece?” Y todos sentenciaron que merecía la muerte. Después algunos comenzaron a escupirlo y, tapándole el rostro, lo golpeaban, mientras le decían: “¡Profetiza!” Y también los servidores le daban bofetadas. Mientras Pedro estaba abajo, en el patio, llegó una de las sirvientas del Sumo Sacerdote y, al ver a Pedro junto al fuego, lo miró fijamente y le dijo: “Tú también estabas con Jesús, el Nazareno”. Él lo negó, diciendo: “No sé nada; no entiendo de qué estás hablando”. Luego salió al vestíbulo y cantó el gallo. La sirvienta, al verlo, volvió a decir a los presentes: “Este es uno de ellos”. Pero él lo negó nuevamente. Un poco más tarde, los que estaban allí dijeron a Pedro: “Seguro que eres uno de ellos, porque tú también eres galileo”. Entonces él se puso a maldecir y a jurar que no conocía a ese hombre del que estaban hablando. En seguida cantó el gallo por segunda vez. Pedro recordó las palabras que Jesús le había dicho: “Antes que cante el gallo por segunda vez, tú me habrás negado tres veces”. Y se puso a llorar. En cuanto amaneció, los sumos sacerdotes se reunieron en Consejo con los ancianos, los escribas y todo el Sanedrín. Y después de atar a Jesús, lo llevaron y lo entregaron a Pilato. Este lo interrogó: “¿Tú eres el rey de los judíos?” Jesús le respondió: “Tú lo dices”. Los sumos sacerdotes multiplicaban las acusaciones contra Él. Pilato lo interrogó nuevamente: “¿No respondes nada? ¡Mira de todo lo que te acusan!” Pero Jesús ya no respondió a nada más, y esto dejó muy admirado a Pilato. En cada Fiesta, Pilato ponía en libertad a un preso, a elección del pueblo. Había en la cárcel uno llamado Barrabás, arrestado con otros revoltosos que habían cometido un homicidio durante la sedición. La multitud subió y comenzó a pedir el indulto acostumbrado. Pilato les dijo: “¿Quieren que les ponga en libertad al rey de los judíos?” Él sabía, en efecto, que los sumos sacerdotes lo habían entregado por envidia. Pero los sumos sacerdotes incitaron a la multitud a pedir la libertad de Barrabás. Pilato continuó diciendo: “¿Qué quieren que haga, entonces, con el que ustedes llaman rey de los judíos?” Ellos gritaron de nuevo: “¡Crucifícalo!” Pilato les dijo: “¿Qué mal ha hecho?” Pero ellos gritaban cada vez más fuerte: “¡Crucifícalo!” Pilato, para contentar a la multitud, les puso en libertad a Barrabás; y a Jesús, después de haberlo hecho azotar, lo entregó para que fuera crucificado. Los soldados lo llevaron dentro del palacio, al pretorio, y convocaron a toda la guardia. Lo vistieron con un manto de púrpura, hicieron una corona de espinas y se la colocaron. Y comenzaron a saludarlo: “¡Salud, rey de los judíos!” Y le golpeaban la cabeza con una caña, le escupían y, doblando la rodilla, le rendían homenaje. Después de haberse burlado de Él, le quitaron el manto de púrpura y le pusieron de nuevo sus vestiduras. Luego lo hicieron salir para crucificarlo. Como pasaba por allí Simón de Cirene, padre de Alejandro y de Rufo, que regresaba del campo, lo obligaron a llevar la cruz de Jesús. Y condujeron a Jesús a un lugar llamado Gólgota, que significa: “lugar del Cráneo”. Le ofrecieron vino mezclado con mirra, pero Él no lo tomó. Después lo crucificaron. Los soldados se repartieron sus vestiduras, sorteándolas para ver qué le tocaba a cada uno. Ya mediaba la mañana cuando lo crucificaron. La inscripción que indicaba la causa de su condena decía: “El rey de los judíos”. Con Él crucificaron a dos bandidos, uno a su derecha y el otro a su izquierda. Así se cumplió la Escritura que dice: y fue contado entre los malhechores. Los que pasaban lo insultaban, movían la cabeza y decían: “¡Eh, tú, que destruyes el Templo y en tres días lo vuelves a edificar, sálvate a ti mismo y baja de la cruz!” De la misma manera, los sumos sacerdotes y los escribas se burlaban y decían entre sí: “¡Ha salvado a otros y no puede salvarse a sí mismo! Es el Mesías, el rey de Israel, ¡que baje ahora de la cruz, para que veamos y creamos!” También lo insultaban los que habían sido crucificados con Él. Al mediodía, se oscureció toda la tierra hasta las tres de la tarde; y a esa hora, Jesús exclamó en alta voz: “Eloi, Eloi, lamá sabactani”, que significa: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” Algunos de los que se encontraban allí, al oírlo, dijeron: “Está llamando a Elías”. Uno corrió a mojar una esponja en vinagre y, poniéndola en la punta de una caña, le dio de beber, diciendo: “Vamos a ver si Elías viene a bajarlo”. Entonces Jesús, dando un gran grito, expiró. El velo del Templo se rasgó en dos, de arriba abajo. Al verlo expirar así, el centurión que estaba frente a Él, exclamó: “¡Verdaderamente, este hombre era Hijo de Dios!” Había también allí algunas mujeres que miraban de lejos. Entre ellas estaban María Magdalena, María, la madre de Santiago el menor y de José, y Salomé, que seguían a Jesús y lo habían servido cuando estaba en Galilea; y muchas otras que habían subido con Él a Jerusalén. Era un día de Preparación, es decir, víspera de sábado. Por eso, al atardecer, José de Arimatea -miembro notable del Sanedrín, que también esperaba el Reino de Dios- tuvo la audacia de presentarse ante Pilato para pedirle el cuerpo de Jesús. Pilato se asombró de que ya hubiera muerto; hizo llamar al centurión y le preguntó si hacía mucho que había muerto. Informado por el centurión, entregó el cadáver a José. Este compró una sábana, bajó el cuerpo de Jesús, lo envolvió en ella y lo depositó en un sepulcro cavado en la roca. Después, hizo rodar una piedra a la entrada del sepulcro. María Magdalena y María, la madre de José, miraban dónde lo habían puesto.

Palabra de Dios:
¡Gloria y Honor a Ti, Señor Jesús!

AFRONTAR CON ESPERANZA LA REALIDAD DE LA CRUZ

Afrontar la realidad de nuestra vida

Es el momento de reflexionar qué hizo Jesús por nosotros y qué hacemos nosotros por Él. El vino para ser Camino, Verdad y Vida. Sin embargo, nosotros, a menudo, caminamos por nuestros caminos, nos creamos nuestras verdades y no dejamos que Él dé sentido a nuestra vida. No nos atrevemos a afrontar la realidad de nuestra vida. Buscamos caminos fáciles, huimos… Vino para darnos la vida y la salvación, como la vid da la vida a los sarmientos (Jn 15, 1-6). Fue el Mesías prometido por Dios a su pueblo. Pero fue también el "Siervo de Yahvé" que soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores. Jesús terminó clavado en la cruz construida con la madera de un frío árbol, fue asesinado por su infinito Amor a nosotros y por su obediencia a la voluntad del Padre. El canto del Siervo de Yahvé es desgarrador:
“maltratado voluntariamente se humillaba y no abría la boca; como un cordero llevado al matadero, como oveja ante el esquilador, enmudecía y no abría la boca”.
La cruz es símbolo de adhesión, de confianza, de amor. Y, sin embargo, cuando somos incoherentes le matamos en nuestro corazón... le entregamos como Judas, a cambio de unas pocas monedas sin valor: egoísmo, comodidad, mediocridad, falta de confianza... Nosotros también decimos muchas veces ¡crucifícale!

Jesús nos sigue esperando

Unos brazos abiertos, un deseo de abrazar a todos los hombres... Unos ojos cerrados, un deseo de no volver a ver la maldad de los hombres... Una cabeza inclinada hacia delante para escucharnos siempre... Unos pies clavados esperando siempre... Un costado abierto, estrecho... porque sólo pueden llegar al corazón de Cristo los que se hacen pequeños.

Jesús nos sigue invitando.
“El que quiera venirse conmigo que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz y me siga” (Mc 8,34).
Nos sigue invitando a que no nos olvidemos de nosotros mismos y nos centremos en intentar hacer felices a los demás, en que caminemos por sus caminos y no por los nuestros, en dejar que se cumpla su plan en nosotros. Sólo respondiendo a la llamada que nos hace a cada uno de nosotros descubriremos el verdadero sentido de la muerte de Cristo e iremos preparando el camino para que el Señor resucite en nuestro corazón hasta poder descubrir que la Resurrección convierte el árbol muerto de la Cruz en símbolo de vida para siempre. Solo al final del evangelio Marcos desvela el misterio de la identidad de Jesús, cuando el centurión que estaba junto a la cruz exclama:
“Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios”.
En la muerte de Jesús en la Cruz se nos muestra su fidelidad insobornable a Dios Padre. En la Cruz contemplamos al testigo del amor y la misericordia de Dios. El crucificado es el que ha de guiar nuestros pasos. Optemos por la Cruz de la vida. Optemos por ser sarmientos de la vid verdadera. Olvidémonos de nosotros mismos. 

Carguemos con nuestras pequeñas cruces....y sigamos su camino.


P. José Mª Martín, OSA
             España.

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Jesús nos bendiga, a ustedes y a nosotros,
Nina y Juan.

miércoles, 21 de marzo de 2012

EVANGELIO DEL DOMINGO

Vº DOMINGO DE CUARESMA




“EL GRANO QUE DA MUCHO FRUTO”

DOMINGO 25 DE MARZO DE 2012

PRIMERA LECTURA.

TOMADA DEL LIBRO DE
JEREMÍAS 31, 31-34


Llegarán los días -oráculo del Señor- en que estableceré una nueva Alianza con la casa de Israel y la casa de Judá. No será como la Alianza que establecí con sus padres el día en que los tomé de la mano para hacerlos salir del país de Egipto, mi Alianza que ellos rompieron, aunque Yo era su dueño -oráculo del Señor. Esta es la Alianza que estableceré con la casa de Israel, después de aquellos días -oráculo del Señor: pondré mi Ley dentro de ellos, y la escribiré en sus corazones; yo seré su Dios y ellos serán mi Pueblo. Y ya no tendrán que enseñarse mutuamente, diciéndose el uno al otro: “Conozcan al Señor”. Porque todos me conocerán, del más pequeño al más grande -oráculo del Señor. Porque Yo habré perdonado su iniquidad y no me acordaré más de su pecado.

Palabra de Dios:
Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL
51(50), 3-4. 12-15


ANTÍFONA:

R.: CREA EN MÍ, DIOS MÍO,
UN CORAZÓN PURO.

¡Ten piedad de mí, Señor, por tu bondad,
por tu gran compasión, borra mis faltas!
¡Lávame totalmente de mi culpa
y purifícame de mi pecado!  R.:

Crea en mí, Dios mío, un corazón puro,
y renueva la firmeza de mi espíritu.
No me arrojes lejos de tu presencia
ni retires de mí tu santo espíritu  R.:

Devuélveme la alegría de tu salvación,
que tu espíritu generoso me sostenga:
yo enseñaré tu camino a los impíos
y los pecadores volverán a ti   R.:


SEGUNDA LECTURA.

TOMADA DE LA CARTA A
LOS HEBREOS 5, 7-9

Hermanos:

Cristo dirigió durante su vida terrena súplicas y plegarias, con fuertes gritos y lágrimas, a aquel que podía salvarlo de la muerte, y fue escuchado por su humilde sumisión. Y, aunque era Hijo de Dios, aprendió por medio de sus propios sufrimientos qué significa obedecer. De este modo, Él alcanzó la perfección y llegó a ser causa de salvación eterna para todos los que le obedecen.

Palabra de Dios:
Te alabamos, Señor.

ACLAMACIÓN

El que quiera servirme, que me siga, dice el Señor; y donde esté Yo, allí también estará mi servidor – dice el Señor
(Jn 12, 26).

EVANGELIO.

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO
SEGÚN SAN JUAN 12, 20-33

En aquel tiempo, entre los que habían subido para adorar durante la fiesta, había unos griegos que se acercaron a Felipe, el de Betsaida de Galilea, y le dijeron: “Señor, queremos ver a Jesús”. Felipe fue a decírselo a Andrés, y ambos se lo dijeron a Jesús. Él les respondió: “Ha llegado la hora en que el Hijo del hombre va a ser glorificado. Les aseguro que si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto. El que tiene apego a su vida la perderá; y el que no está apegado a su vida en este mundo, la conservará para la Vida eterna. El que quiera servirme, que me siga, y donde Yo esté, estará también mi servidor. El que quiera servirme, será honrado por mi Padre. Mi alma ahora está turbada. ¿Y qué diré: “Padre, líbrame de esta hora?” ¡Si para eso he llegado a esta hora! ¡Padre, glorifica tu Nombre! Entonces se oyó una voz del cielo: “Ya lo he glorificado y lo volveré a glorificar”. La multitud que estaba presente y oyó estas palabras, pensaba que era un trueno. Otros decían: “Le ha hablado un ángel”. Jesús respondió: “Esta voz no se oyó por mí, sino por ustedes. Ahora ha llegado el juicio de este mundo, ahora el Príncipe de este mundo será arrojado afuera; y cuando Yo sea levantado en alto sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí”. Jesús decía esto para indicar cómo iba a morir.

Palabra de Dios:
¡Gloria y Honor a Ti, Señor Jesús!

ES LA HORA DE SERVIR A CRISTO

Una nueva alianza escrita en el corazón de cada uno

Jeremías se abre a la esperanza escatológica para anunciar una “alianza nueva”. La profecía de Jeremías adquiere todo su significado en la situación crítica en la que fue pronunciada. Recordemos que eran tiempos de ruina nacional, en los que el Templo con todos sus símbolos se vino abajo. Es la primera vez que aparece este concepto de la "nueva alianza", que pasaría después al Nuevo Testamento y a la iglesia cristiana. Las partes de esta alianza serán las mismas que pactaron en el Sinaí: Yahvé será el Dios de Israel, y éste el pueblo de Dios. Pero esta alianza nueva, escrita en el corazón, sólo será posible si el mismo Dios purifica antes los corazones y perdona el pecado que en ellos está grabado. Jeremías señala la responsabilidad personal de cada persona. Es una relación personal con Dios, que meterá su ley en el pecho y en el corazón de cada uno. “Mi sacrificio es un espíritu quebrantado”, dice el Salmo responsorial. San Agustín comenta que el que así ora reconoce su responsabilidad personal “se examina a sí mismo, y no de manera superficial, como quien palpa, sino profundizando en su interior. No se perdona a sí mismo, y por esto precisamente puede atreverse a pedir perdón.

Mi sacrificio es un espíritu quebrantado; un corazón quebrantado y humillado; tú no lo desprecias. Este es el sacrificio que has de ofrecer. No busques en el rebaño, no prepares navíos para navegar hasta las más lejanas tierras a buscar perfumes. Busca en tu corazón la ofrenda grata a Dios”. 

La obediencia y la angustia de Jesús

En la segunda lectura, de la Carta a los Hebreos el autor describe con palabras conmovedoras y llenas de realismo la oración y la angustia de Jesús. Evidentemente se refiere al trance de Getsemaní, cuando Jesús tuvo que experimentar en su propia carne la repugnancia natural ante una muerte que se acercaba. El que iba a ser constituido mediador y sacerdote de la nueva alianza se acercó a los hombres y bajó hasta lo más profundo de nuestro dolor. Sabemos que Jesús padeció y murió en la cruz después de su oración en el Huerto de los Olivos. Si, no obstante, se dice aquí que fue escuchado, esto sólo puede tener dos sentidos igualmente válidos: que Jesús venció su repugnancia natural a la muerte y aceptó la voluntad del Padre y que el Padre lo libró de la muerte resucitándole al tercer día. Frecuentemente se habla en el Nuevo Testamento de la obediencia de Jesús, pero ésta es la obediencia del Padre, que se muestra muchas veces como desobediencia a los hombres y a las leyes humanas. Por su obediencia al Padre hasta la muerte, y muerte de cruz, Jesús alcanzó una vida cumplida, perfecta, gloriosa, y fue constituido en Señor que ahora da la vida a todos cuantos le obedecen.

Dar fruto como el grano de trigo que muere en el surco.

Tras le resurrección de Lázaro mucha gente decidió seguir a Jesús. Los fariseos comentan llenos de rabia en el versículo anterior al comienzo de este texto: “Todo el mundo se ha ido tras Él”. Todo el clamor de la multitud y el triunfo que le acompaña no puede impedir que Jesús esté en su interior profundamente preocupado; pues ha llegado la “hora” de su “exaltación”, de su muerte y también de su verdadera glorificación en la cruz. Es la hora señalada por el Padre para realizar la siembra necesaria, sin la que no es posible la cosecha. Y Jesús es el grano. Es preciso que muera para que se extienda por todo el mundo su obra de salvación. La cosecha que Jesús espera no es otra que la salvación del mundo por la fe en su evangelio. Juan utiliza siempre la expresión “dar fruto” en este sentido misionero. La eficacia de la muerte de Jesús para la extensión del reino de Dios entre los hombres y los pueblos no es una eficacia automática: por lo tanto no ahorra a nadie la opción libre por el evangelio. Por eso Jesús, que ha cumplido en su vida y en su muerte la ley de la siembra, de la generosidad y la entrega, nos advierte que todos debemos hacer lo mismo que Él si queremos entrar con Él en la vida eterna. Pues el que sólo se cuida de sí mismo y no tiene más preocupaciones que la de salvar su vida, la pierde; en cambio, gana la vida eterna el que vive y muere por los demás.

Servir a Cristo en el hermano.
 
Jesús obedeció al Padre cuando llegó su “hora”. Jesús recuerda a sus discípulos que deben servirle y servir al evangelio siguiendo su camino hasta el final. ¿En qué consiste “servir a Cristo?” San Agustín nos lo explica: “Debemos buscar en este mismo texto qué significa servir a Jesús, sin tener que recurrir a otros. Cuando dijo: Si alguno me sirve, sígame, indicó lo que quería decir: Si alguno no me sigue, ése no me sirve. Sirven, pues a Cristo los que no buscan sus propios intereses, sino los de Jesucristo. Síganme, es decir, vayan por mis caminos y no por los suyos. El que sirve así, sirve a Cristo y se le dirá con justicia: Lo que hiciste a uno de mis pequeños, a mí me lo hiciste. Y a quien sirva a Cristo de este modo, el Padre le honrará con el extraordinario honor de estar con su Hijo y su felicidad será inagotable”.


P. José Mª Martín, OSA
             España.

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Jesús nos bendiga, a ustedes y a nosotros,
Nina y Juan.

domingo, 4 de marzo de 2012

NOTICIAS - RCC

Esta es una muy importante noticia para todos los carismáticos del mundo, es pues, un nuevo reconocimiento a nuestra querida Renovación en El Espíritu Santo y por tanto a todos los que seguimos la espiritualidad de Pentecostés.

A continuación reproducimos la noticia:

La Oficina de Prensa del Vaticano anunció el 7 de diciembre de 2011 que el Papa Benedicto XVI nombró a Ralph Martin y Moysés Azevedo consultores del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización.




Ellos, entre otros consultores, son expertos que prestarán su ayuda al dicasterio en temas concretos en el campo de la nueva evangelización.
Nos alegramos de que dos miembros de la RCC hayan sido llamados a servir a la Iglesia a este importante nivel en el Vaticano.



El Dr. Ralph Martin es un pionero de la RCC desde el principio, y a principios de los 70 comenzó la Oficina de Comunicación Internacional (ICO en sus siglas en inglés) en Ann Arbor, EEUU, que —con la participación del Card. Suenens— primero se transformó en ICCRO (1981) y más tarde en ICCRS (1993). Sirvió como director y miembros de ICO/ICCRO desde 1972 a 1985, siendo presidente del consejo internacional de 1977 a 1978.
Ralph es un predicador de fama internacional. Es fundador y presidente de Renewal Ministries (Ministerios de Renovación), que fundó en 1980 en Ann Arbor, Michigan, para renovar la fe de los católicos a través de retiros, publicaciones, asambleas, televisión y radio. Ha publicado muchos libros, artículos, folletos y videos. Tiene un doctorado en Teología Sagrada de la Universidad Pontificia de Santo Tomás en Roma.



Moysés Azevedo es un célibe consagrado, fundador y moderados de la Comunidad Católica Shalom asociación internacional de fieles que comenzó hace más de 25 años y ahora está presente en 8 países. La comunidad está específicamente comprometido a la evangelización y a la formación Cristiana a través de casas de retiro espiritual, centros de arte, un colegio, una asociación para el desarrollo humano (que administra jardines de infancia, hogares para ancianos y otros servicios), proyectos para drogadictos, niños de la calle, etc. También tiene 4 emisoras de radio, una editorial, y un instituto de formación.

En la actualidad es Vicepresidente de la Fraternidad Católica de Comunidades de Alianza y Hermandades Carismáticas. Participó como auditor a dos Sínodos de obispos en el Vaticano (2005 and 2008) y en 2007 asistió a la V Asamblea de Obispos de América Latina para representar a los movimientos de laicos. Desde 2007 es consultor del Pontificio Consejo para los Laicos.
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Jesús nos bendiga, a ustedes y nosotros.
Nina y Juan.