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SANTIAGO, Chile
Somos un matrimonio católico chileno, compuesto por Juan Rajs Grzebien, Corredor de Propiedades y Helicicultor y Nina Mónica Ramírez Donders, Profesora de Religión y Moral, Habilitada en Filosofía y Educadora de Párvulos, nuestra intención es promover la Doctrina y Cultura Católicas. Para mí, Juan Rajs, mi mayor orgullo y mi gran inspiración es Ninita, mi esposa, mi Dulce y Tierno regalito de Jesús como yo la llamo, no ceso de alabar a Dios por habermela concedido desde la eternidad, para amarla, respetarla y cuidarla siempre.

sábado, 18 de agosto de 2012

SALUDO DE MONSEÑOR RICARDO EZZATI A LA RENOVACIÓN CARISMÁTICA CATÓLICA EN EL ESPÍRITU SANTO

NOTICIAS - RENOVACIÓN CARISMÁTICA CATÓLICA

Estimados hermanos:

Les enviamos una crónica con lo vivido en la Fiesta de la Asunción en la Gruta de Lourdes el 15 de Agosto ppdo., en Santiago, cuando dimos inicio, tal como ocurrió en otras regiones, a la Caravana de la Bendición.

Además, adjuntamos la homilía completa de monseñor Ricardo Ezzati en la Basílica de Lourdes.

Muchas bendiciones

Equipo de Difusión
40 años RCC
Secretaría-rcc chile



Monseñor Ezzati presidió la Fiesta de la Asunción en el Santuario de Lourdes

En la solemnidad,
el arzobispo de Santiago
dio inicio oficial a
las celebraciones de los 40 años
de la Renovación Carismática Católica en Chile.

Con una eucaristía presidida por el arzobispo de Santiago, monseñor Ricardo Ezzati, se dio por finalizada, este 15 de agosto, la Fiesta de la Asunción en el Santuario de Lourdes, encuentro con el que comenzaron las celebraciones de los 40 años de la Renovación Carismática Católica (RCC) en Chile.

En su homilía, monseñor Ezzati hizo un llamado a los miembros de la RCC, que repletaron la Basílica de Lourdes, a dar un “testimonio urgente de fe, que se manifiesta en el “Hágase en mí, según tu voluntad” de María, en todas las circunstancias de la vida”.

Además los exhortó a hacer que “el canto de alabanza que brota de sus comunidades, sea la voz de la Iglesia de Santiago que no deja de agradecer a Dios por su bondad”.

Asimismo, en la homilía invitó a los asistentes a reflexionar sobre tres puntos cruciales de la vida de la Virgen María.

El primero de ellos, la adhesión fiel de María a la voz del Padre. “María es la primera cristiana, y la más excelsa, la que nos enseña a adherir a la voluntad de Dios a lo largo de todo nuestro caminar… La experiencia carismática debiera llevar, no tanto a quedarse en las dimensiones  externas, sino a vivir en la profundidad de la fe, adhiriendo con toda fuerza al Señor y a su Palabra”.

En otro de los puntos, reflexionó sobre la lectura de Apocalipsis y la visión del dragón que espera para devorar el hijo de la mujer que está a punto de dar a luz. “Debemos tener presente en nuestra vida cristiana que ese dragón no tiene la última palabra. Es un dragón derrotado que pareciera dar mucho miedo y, sin embargo, no tiene el poder para destruir lo que Dios ha creado. Por eso, nuestra vida de cristianos, aún en medio de las dificultades, no puede anidarse en el temor, en la desesperanza. El Hijo nacido de María ha vencido al dragón, ha vencido al mal. Y lo sigue venciendo”.

Finalmente, concluyó invitando a tener fe como María. “Ella nos enseña a ser hombres y mujeres de fe y a descubrir cómo Dios no deja de hacerse presente para aquellos que saben descubrir en todos los acontecimientos la presencia salvadora de Jesús”.

Encuentro en la gruta

Antes de la eucaristía, se realizó un encuentro en la Gruta de Lourdes desde las 10 de la mañana, organizada por la Renovación Carismática Católica y la Familia Asuncionista.

El padre Aldo Gajardo, rector del santuario, comenzó la actividad invitando a los asistentes a tocar las rocas de la gruta “donde por más de 100 años el pueblo de Santiago ha orado a la Santísima Virgen”.

Durante el encuentro se destacó la historia de la RCC en Chile y se dieron a conocer los actos con que esta corriente de gracia celebrará sus 40 años, los que culminarán en un gran encuentro ampliado el 2 y 3 de noviembre en el Teatro Caupolicán de Santiago.

Durante el día, la Fiesta de la Asunción estuvo marcada por las alabanzas a Dios, la música y la oración de intercesión a María pidiendo por los peregrinos que llegaron hasta el lugar.

Además se realizó la exposición del Santísimo Sacramento en el altar de la gruta, que fue acompañado por danzas religiosas. Posteriormente, se realizó una procesión con el Santísimo por el interior del santuario, el que, luego, continuó por las calles aledañas al recinto.

Antes de la eucaristía de monseñor Ezzati, el padre Aldo Gajardo realizó una exposición acerca de “María y la Renovación Carismática”.


Homilía de monseñor Ricardo Ezzati,
arzobispo de Santiago.
MIÉRCOLES 15 de agosto de 2012.
Solemnidad de la Asunción de la Virgen
en la Gruta de Lourdes.
Inicio oficial de las celebraciones de los 40 años en Chile de la Renovación Carismática Católica.

“Muy queridos hermanos y hermanas en el Señor, quisiera saludarlos a todos y a todas s porque sé que vienen de sus comunidades donde constantemente elevan su voz a Dios alabándolo por su grandeza y pidiendo por la Iglesia entera.

Iniciamos este camino que celebra los 40 años de la Renovación Carismática presente en la Iglesia de Chile y, sin duda alguna, el movimiento que ustedes encarnan es una Gracia de Dios para nuestra Iglesia, para este tiempo de la Iglesia, para las necesidades de la Iglesia. En primer lugar porque sé que cada uno de ustedes tiene plena consciencia de ser inhabitado por el Espíritu, ese Espíritu que les ha sido regalado en su bautismo y que los hace, por consiguiente, miembros vivos del Cuerpo de Cristo, partes vivas de las vida y de la misión de la Iglesia.

Esto lo vivimos hoy día aquí en este templo que nos recuerda  la presencia materna de la Virgen en la historia de nuestra fe, en la historia de nuestra Iglesia, porque sabemos que Ella hoy día también acompaña el caminar de los peregrinos, de los discípulos de su hijo, para que en medio de las dificultades de los tiempos, podamos ser hombres y mujeres fieles al Evangelio del Señor, fieles al Fruto Bendito de su vientre que Ella, con materna bondad, nos va manifestando mientras vamos por el camino.

Hoy día celebramos la gran Solemnidad de la Asunción de la Virgen. Es como mirar el punto de llegada de María, la impresión más profunda de su comunión con el Hijo, el Hijo de Dios que se ha hecho también Hijo suyo por obra y gracia del Espíritu. También cada uno de nosotros como miembros de la Iglesia estamos llamados a llegar a ese lugar.

Efectivamente, el Concilio Vaticano II nos ha recordado que María es la imagen de la Iglesia. Y donde ella ya ha llegado, participando de la gloria de su Hijo, nosotros también estamos llamados a llegar por la fuerza de la gracia.

Entonces quisiera presentarles tres elementos para la reflexión y para la acción de gracias de esta eucaristía. Espero que, al mismo tiempo, sea como una fuerza que ilumine el camino de ustedes en su movimiento.

En primer lugar invitarlos a contemplar la adhesión fiel de María a la voz del Padre, al llamado de Dios. “He aquí la esclava del Señor, que se haga en mí según tu Palabra”. Y esa realidad, ese sí de María se fue marcando en su corazón a lo largo de toda su vida. Fue ese sí el que la hizo “bendita entre todas las mujeres”, como exclamó Isabel cuando la recibió en su casa. Es ese sí que hizo saltar de gozo a Juan cuando estaba todavía en el seno de su madre. María nos enseña a ser hombres y mujeres del sí a Dios, del “fiat”: que se haga en mí según tu Palabra.

María es aquella cristiana, la primera y la más excelsa cristiana, que nos enseña a adherir a la voluntad de Dios a lo largo de todo nuestro caminar.

María es la mujer de fe. Es la mujer que fue interviniendo sus días en la casa de Nazareth con su hijo Jesús y con José, su esposo, buscando realizar siempre la voluntad de Dios y sintiendo su caminar como seguidora de Jesús.

¡Queridos hermanos de la Renovación Carismática! El primer servicio que el Señor les pide y que les pide con urgencia en el día de hoy es el testimonio de su fe, ese testimonio fuerte e intrépido de su fe, aquel que se manifiesta en el “Hágase en mí, según tu voluntad” en las circunstancias más variadas de su vida.

Sean en el mundo de hoy, en medio de los hermanos y hermanas de hoy, en medio de las turbulencias de hoy, aquellos hombres y aquellas mujeres que han puesto su fe en el Señor y que los hace inconmovibles, porque saben en quien han puesto su esperanza.

La Iglesia les pide que sean de verdad —a través de la experiencia formativa y orante de la Renovación Carismática, en que viven renovados en el Espíritu— hombres y mujeres de fe, de fe viva.

Realmente la experiencia carismática debiera llevar no tanto a quedarse en las dimensiones externas, que pueden estar o no estar, sino a vivir en la profundidad de la fe, adhiriendo con toda persistencia, con toda su fuerza al Señor y a su Palabra.

En segundo lugar, el primer texto de la liturgia que hemos leído, nos hablaba de una visión: la visión del dragón que está a la espera de que la mujer dé a luz al hijo para devorarlo. Y aparece en el cielo esa señal terrible: como si fuera una escoba, barre las estrellas del cielo.

Apocalipsis nos hablaba de tres realidades que estamos llamados a vivir y a tener presentes en nuestra vida cristiana. En primer lugar, ese dragón es un dragón que es vencido, que no tiene la última palabra. Es un dragón que es derrotado, que no tiene la victoria. Es un dragón que pareciera dar mucho miedo y, sin embargo, no tiene poder para destruir lo que Dios ha creado. Y el que tiene la fuerza para vencer al maligno es ese hijo que nace de la mujer, es el Hijo de Dios que vence al pecado y a la muerte y que vence también hoy día a todos los enemigos de Dios.

Por eso, nuestra vida de cristianos, aún en medio de las dificultades, no puede ser una vida que se anide en el temor, en la desesperanza. El hijo nacido de María ha vencido al dragón, ha vencido al mal. Y lo sigue venciendo y lo seguirá venciendo hasta cuando el Señor tenga preparado para todos nosotros su reino.

Lo otro que nos enseña justamente ese texto es que la victoria final hará que cada uno de nosotros pueda experimentar la salvación con el gozo, alegría, plenitud de vida en Jesucristo, que es el Señor.

Finalmente, hay una tercera enseñanza que yo quisiera compartir con ustedes. Es una invitación para una misión muy particular para esta tierra.

Hemos destacado que, en el Evangelio, María canta la bienaventuranza de Dios, María alaba a Dios que tiene la primacía sobre todo, del Dios que derriba a los soberbios, que levanta a los humildes. Del Dios que es Dios y que, por consiguiente,  realiza su proyecto de salvación y de vida para toda la humanidad.

¡Que el canto de alabanza que brota de sus comunidades, que el canto de acción de gracias que brota de sus corazones en cada una de las comunidades que forman a lo largo de nuestra arquidiócesis, sea la voz de la Iglesia de Santiago que no deja de agradecer a Dios por su bondad! Que sea la manifestación del amor de María que alaba al Señor porque Él es Todopoderoso, porque Él enaltece a los humildes, porque Él derriba de su trono a los poderosos, porque Él da pan a los hambrientos, porque Él da vida abundante a todos los hijos e hijas suyas que habitan en esta tierra.

Queridos hermanos y hermanas, sean por consiguiente en cada una de sus comunidades la voz orante de la Iglesia que junto con María no deja de agradecer a Dios por todas las maravillas que Él va obrando en la historia de la salvación, especialmente,  en la historia de nuestra salvación hoy día.

Necesitamos tener ojos de fe como María. Ella que dijo sí al ángel que le anunciaba que sería la Madre de Dios, Ella que descubrió en el niño que nacía en Belén en medio de la pobreza, al hijo de Dios. Ella que acompañó a ese hijo en el destierro y que no tuvo dudas de que ese niño que iba al destierro y que era  perseguido por Herodes, era el hijo de Dios. Ella que estuvo a los pies de la cruz, frente a su hijo ensangrentado y moribundo y no perdió la fe en que en que ese hombre que estaba colgado en el madero era verdaderamente el Hijo de Dios.

María nos enseña a nosotros a ser hombres y mujeres de fe y a descubrir cómo Dios, que realiza su salvación hoy día, no deja de hacerse presente para aquellos que tienen ojos de fe, ojos profundamente religiosos que saben descubrir en los acontecimientos la presencia salvadora de Jesús, que saben distinguir lo que es bueno y necesario, y que se alegran con el Espíritu porque Dios obra cosas grandes.

Queridos hermanos y hermanas yo sé que desde otros puntos del país hoy día se inicia para la Renovación Carismática este camino de agradecimiento a Dios. Que sea, sobre todo, un camino de renovación de nuestra fe, de vivir una fe como María. De vivir la esperanza como María, de vivir en el amor de Dios como María. Que seamos capaces, siempre y en todo lugar, de elevar este canto de alabanza que bendice a Dios y que lo proclama Santo y Todopoderoso. Amén”.

ACERCA DEL PERDÓN

EL PERDÓN.


 
Publicamos hoy una serie de consejos y de oraciones de perdón tan necesarias para vivir en completa libertad nuestra calidad de hijos de Dios.
Nos enorgullece saber que solo dentro de nuestra querida Renovación en El Espíritu Santo nos dan este tipo de enseñanzas, estas no las encontrarán en ningún lugar aparte de la RCC, ni dentro de la Santa Iglesia Católica -a la cual pertenecemos con mucho orgullo- ni fuera de ella, este es pues, uno de lo grandes aportes que hacemos a nuestra Iglesia.
Todos hemos experimentado los grandes sinsabores que conlleva vivir con una mochila de faltas de perdón a cuestas, debemos recordar lo que todos rezamos en el Padre Nuestro: “perdónanos como nosotros perdonamos”, en otras palabras, sí nosotros no perdonamos, no podemos esperar recibir el perdón de nuestro Padre Dios.
Al perdonar, nosotros nos liberamos de esa carga, ¡somos libres! Y nos sentimos como tales, solo allí podemos llegar a vivir en plenitud -como decíamos más arriba- nuestra calidad de hijos de Dios, adoptivos, pero realmente con todos los derechos de ser hijos de un Padre Bueno y amoroso.

Jesús nos bendiga, a ustedes y a nosotros,
Nina y Juan.


EL PERDÓN.

Los resentimientos nos impiden vivir plenamente sin saber que un simple acto de nuestra voluntad puede cambiar nuestras vidas y las de quienes nos rodean.
En los momentos en que la amistad o la convivencia se rompen por cualquier causa, lo más común es la aparición de sentimientos negativos: la envidia, el rencor, el odio y el deseo de venganza, llevándonos a perder la tranquilidad y la paz interior. Al perder la paz y la serenidad, los que están a nuestro rededor sufren las consecuencias de nuestro mal humor y de nuestra falta de comprensión. Al pasar por alto los detalles pequeños que nos incomodan, no se disminuye la alegría en el trato cotidiano en la familia, la escuela o la oficina.
Sin embargo, no debemos dejar que estos aspectos nos invadan, sino por el contrario, perdonar a quienes nos han ofendido, como un acto voluntario de disculpar interiormente las faltas que han cometido otros.
En ocasiones, estos sentimientos son provocados por acciones o actitudes de los demás, pero en muchas otras, nos sentimos heridos sin una razón concreta por una pequeñez que ha lastimado nuestro amor propio.
La imaginación o el egoísmo pueden convertirse en causa de nuestros resentimientos:
 -Cuando nos damos el lujo de interpretar la mirada o la sonrisa de los demás, naturalmente, de manera negativa;
 - Por una respuesta que recibimos con un tono de voz, a nuestro juicio indiferente o molesta;
 - No recibir el favor que otros nos prestan, en la medida y con la calidad que nosotros habíamos supuesto;
 - En el momento que una persona que consideramos de "una categoría menor", recibe un favor o una encomienda para lo cual nos considerábamos mas aptos y consideramos injusta la acción.
Es evidente que al ser susceptibles, creamos un problema en nuestro interior, y tal vez enjuiciamos a quienes no tenían la intención de lastimarnos.

Para saber perdonar necesitamos:

- Evitar "interpretar" las actitudes.
- No hacer juicios sin antes preguntarnos el "por qué" nos sentimos agredidos, así encontraremos la causa: imaginación, susceptibilidad, egoísmo.
- Sí el malentendido surgió en nuestro interior solamente, no hay porque seguir lastimándonos. Lamentamos bastante cuando descubrimos que no había motivo de disgusto... entonces nosotros debemos pedir perdón.

Sí efectivamente hubo una causa real o no tenemos claro que ocurrió:

- Tener disposición para aclarar o arreglar la situación.
- Pensar la manera de llegar a una solución.
- Buscar el momento mas adecuado para conversarlo con calma y tranquilidad,    sobre todo por nuestra parte.
- Escuchar con paciencia, buscando comprender los motivos que hubo.
- Exponer nuestras razones y llegar a un acuerdo.
- Olvidar el incidente y seguir como sí nada hubiera pasado.
El perdón enriquece al corazón porque le da mayor capacidad de amar, sí perdonamos con prontitud y sinceramente, estamos en posibilidad de comprender las fallas de los demás, actuando generosamente en ayudar a que las corrijan.
Es necesario recordar que los sentimientos negativos de resentimiento, rencor, odio o venganza pueden ser mutuos debido a un malentendido, y es frecuente encontrar familias en donde se forma un verdadero torbellino de odios. Nosotros no perdonamos porque los otros no perdonan. Es necesario romper ese círculo vicioso comprendiendo que "Amor saca amor". Una actitud valiente de perdón y humildad obtendrá lo que la venganza y el odio nunca pueden, y eso es, lograr reestablecer la armonía.
Una sociedad, una familia o un individuo lleno de resentimientos impiden el desarrollo hacia una esfera más alta.
Perdonar es más sencillo de lo que parece, todo está en buscar la forma de mantener una convivencia sana, de la importancia que les damos a los demás como personas y de no dejarnos llevar por los sentimientos negativos.
(Juan Rajs G. -2003).
Es necesario comprender cuan necesario es el perdón en nuestras vidas. Muchas de nuestras enfermedades físicas se deben a nuestras faltas de perdón. Llevamos una gran mochila a cuestas cuando no perdonamos, incluso en aquellas personas que no son creyentes las faltas de perdón les producen verdaderas trancas en sus vidas.
Para quienes creemos en DIOS, nos basta recordar que en el "Padre Nuestro" dice:
"...perdona nuestras ofensas, como nosotros perdonamos..." o sea, sí nosotros no perdonamos, no podemos esperar el perdón de nuestro PADRE que está en los cielos. Dice JESUS: "sí vas al Templo a ofrecer un sacrificio a DIOS y por el camino recuerdas que tienes un pleito con tú hermano (prójimo o incluso enemigo) vuelve y abuénate con él, sólo en ese caso tú sacrificio será agradable a tu PADRE DIOS".
Sabemos que mucha veces las ofensas que no han inferido son tan grandes que sentimos que es imposible perdonar, sin embargo, el perdón no es un sentimiento, sino mas bien un acto de voluntad, sabemos también que muchas veces no es prudente ir adónde la persona que nos ofendió, a decirle "yo te perdono por tal o cual cosa", sobre todo porque muchas veces no somos conscientes de haber causado ese daño, cuantas veces nos enojamos porque alguien "nos miró feo", por tanto es importante perdonar, porque sí no lo hacemos, seguimos atados al problema. Otras veces decimos que en estos casos debe haber reciprocidad, no es así, al perdonar, soy yo quien se libera del problema, uno queda libre, y SE SIENTE LIBRE, por eso es tan importante el perdón, ya no importa sí el otro te perdonó o no lo hizo, eres tú quien se liberó y puedes enfrentar la vida con esa libertad.
Y sobre todo recordar que:
"El perdón es un acto de voluntad y no un sentimiento".
Es necesario realizar estas oraciones de perdón diariamente, por un tiempo no inferior a 90 días y en tono audible, porque al repetirlas uno mismo se convence de lo que está haciendo.
Ten la seguridad hermano, que ese acto de voluntad tuyo, tú SEÑOR lo convertirá en un acto de corazón.


A la vez debemos pedir al SEÑOR, que sane nuestra memoria, en cuanto a esas heridas, entonces junto con la oración de perdón, se debe pedir esa sanación. La Sanación de la memoria, se debe pedir en los siguientes términos:
Padre Dios, yo……..te pido que sanes mí memoria en cuanto a la(s) herida(s) que he recibido por mis faltas de perdón, que reemplaces esos recuerdos dolorosos que hay en mí y pongas en su lugar tu amor. Gracias Señor.
Cuantas veces hemos escuchado o dicho la frase: "yo perdono pero no olvido"; eso es una ficción, quien no olvida, no perdona: Danos tu olvido SEÑOR.
Que el SEÑOR JESÚS nos sane, nos perdone y nos bendiga, por siempre, Amén.
(Guía para la enseñanza sobre el perdón, Juan Rajs - 2006).

EL PERDÓN. - ORACIONES (TIPO).

Esta es una guía tipo de oraciones de perdón, con sus correspondientes meditaciones y consejos.

Su autoría pertenece al Padre Juan Carlos Godoy, con correcciones realizadas por el Padre Carlos Aldunate (sj). (Santiago de Chile - 1998).


ORACIONES.

Padre Dios en el nombre Santo y Todopoderoso de Jesús y con la fuerza y la gracia del Espíritu Santo, yo te pido perdón por todos los pecados de pensamiento, palabra, obra y omisión, que he cometido durante toda mí vida y acepto Tu perdón y Tu amor.

Padre Dios en el nombre Santo y Todopoderoso de Jesús y con la fuerza y la gracia del Espíritu Santo, yo perdono a todas las personas que me hayan dañado consciente o inconscientemente durante toda mí vida, porque no saben lo que hacen. Los amo y los bendigo.

Padre Dios en el nombre Santo y Todopoderoso de Jesús y con la fuerza y la gracia del Espíritu Santo, yo perdono a..........................por todo el daño que me ha causado consciente o inconscientemente durante toda mí vida y sobre todo por..............................porque no sabe lo que hace. Lo(a) amo y lo(a) bendigo.

Padre Dios en el nombre Santo y Todopoderoso de Jesús y con la fuerza y la gracia del Espíritu Santo, en Fe, yo acepto todas aquellas cosas de las que te haya culpado consciente o inconscientemente durante toda mí vida. Confío en Tu amor y Tu sabiduría.
Padre Dios en el nombre Santo y Todopoderoso de Jesús y con la fuerza y la gracia del Espíritu Santo, me perdono por todo el bien que he dejado de hacer y por todo el daño hecho a mí mismo y a los demás.

Padre Dios en el nombre Santo y Todopoderoso de Jesús y con la fuerza y la gracia del Espíritu Santo, yo renuncio a todas las obras, tentaciones, seducciones, obsesiones, opresiones y engaños del mal en todas sus formas y acepto a Jesucristo como a mí único Señor y Salvador.

Padre Dios en el nombre Santo y Todopoderoso de Jesús y con la fuerza y la gracia del Espíritu Santo, por  La Comunión de Los Santos, yo perdono a...........................por todo el daño que causó en mí vida consciente o inconscientemente y sobre todo por..........................porque él(ella) no sabía lo que hacía. Lo(a) amo y l@ bendigo.

Credo, Padre Nuestro, Ave María, Gloria.

(Nota: como los católicos creemos en La Comunión de Los Santos, podemos realizar estas oraciones de perdón, con respecto a las personas fallecidas.

MEDITACIONES.



Deut
  18,  9-22;
Filip
  2;



Is
  49,13-15;
Ez
 37;




Ef
    6,10-18;
Mc
 16;



Mt
    7,  1- 5;
Jn
   6;



Lc
  19,  1-10;
Sal
  74 (73);




Jn
  17;

Sal
148;



Mc
   4, 30-34;
Mt
    9,  1- 8;


Mc
   4, 35-41;
Sal
  73 (72);



Mt
   6,   9-15;
Sal
127 (126);



Jn
 14 y 15;

Sal
149;




Deut
 18;

1Cor
  13;




Sal
139 (138);
2Cor
    1;




Rom
    8;

Ez
  36, 22-38;












Ez
 37,  1-14;

Sal
 51 (50);

Mt
 11, 28-30;

Mt
 23, 37-40;

Is
 49;

Sal
103 (102);

Gál
    5, 19-24;

Ez
  36;

Mt
  18;

Lc
  15;

1Jn
    4;

Sal
147;

Sal
150.






Posteriormente, al hacer estas oraciones de perdón y sus meditaciones periódicamente, sí es posible diariamente, respetando el ritmo y tiempo de oración de cada persona, van a comenzar a aparecer conscientemente recuerdos de ofensas y faltas de perdón que anotaremos, el paso siguiente es:

La Confesión con un Sacerdote que nos pueda dar el tiempo para hacer nuestras oraciones de perdón en dicha confesión. Debemos acudir al Sacramento las veces que sea necesario a medida que vayamos haciendo nuestras oraciones y meditaciones y se nos aparezcan estos recuerdos de faltas de perdón. Y no olvidar que en La Confesión debemos hacer todas las oraciones en voz alta, delante del Confesor.


Nota: para nuestros hermanos de la RCC, como no siempre disponemos de un Confesor que acepte, también se le puede decir al Sacerdote: "Padre, quiero pedirle perdón a DIOS, por no perdonar a tales y tales personas.
Debemos recordar, que al confesar estas faltas de perdón, estamos sellándolas definitivamente.

También debemos durante nuestras oraciones de perdón, pedirle a nuestro Padre Dios:

Te pido Señor, que también sanes mí memoria en cuanto a estas faltas de perdón por las cuales hago mis oraciones, pon Tu en mí memoria, Tus recuerdos para que los míos sean sanados.

Muchas veces cometemos el "error" de hacer nuestras oraciones de perdón y no pedimos la sanación de nuestra memoria, al hacer esto, seguimos recordando el mal que nos hicieron y con ello alimentamos nuestro rencor, por ende no podemos perdonar.