IIº
DOMINGO DE PASCUA
“DOMINGO
DE LA DIVINA MISERICORDIA”.
DOMINGO 07
de ABRIL DE 2013
PRIMERA LECTURA.
TOMADA DEL LIBRO DE
LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES 5, 12-16
Los Apóstoles hacían muchos signos y prodigios en el
pueblo. Todos solían congregarse unidos en un mismo espíritu, bajo el pórtico
de Salomón, pero ningún otro se atrevía a unirse al grupo de los Apóstoles,
aunque el pueblo hablaba muy bien de ellos. Aumentaba cada vez más el número de
los que creían en el Señor, tanto hombres como mujeres. Y hasta sacaban a los
enfermos a las calles, poniéndolos en catres y camillas, para que cuando Pedro
pasara, por lo menos su sombra cubriera a alguno de ellos. La multitud acudía
también de las ciudades vecinas a Jerusalén, trayendo enfermos o poseídos por espíritus
impuros, y todos quedaban curados.
Palabra de
Dios.
Te
alabamos, Señor.
SALMO
RESPONSORIAL
118
(117), 2-4. 22-27a
R.:
¡DEN
GRACIAS AL SEÑOR,
PORQUE
ES BUENO,
PORQUE
ES ETERNO SU AMOR!
Que lo diga el pueblo de Israel:
¡es eterno su amor!
Que lo diga la familia de Aarón:
¡es eterno su amor!
Que lo digan los que temen al Señor:
¡es eterno su amor! R.:
La piedra que desecharon los constructores
es ahora la piedra angular.
Esto
ha sido hecho por el Señor
y es admirable a nuestros ojos.
Este es el día que hizo el Señor:
alegrémonos y regocijémonos en él R.:
Sálvanos, Señor,
asegúranos la prosperidad.
¡Bendito el que viene
en nombre del Señor!
Nosotros los bendecimos
desde la Casa del Señor:
El Señor es Dios, y Él nos ilumina R.:
SEGUNDA
LECTURA.
TOMADA
DEL LIBRO DEL
APOCALIPSIS
1, 9-13. 17-19
Yo, Juan, hermano de ustedes, con quienes comparto las
tribulaciones, el Reino y la espera perseverante en Jesús, estaba en la isla de
Patmos, a causa de la Palabra
de Dios y del testimonio de Jesús. El Día del Señor fui arrebatado por el
Espíritu y oí detrás de mí una voz fuerte como una trompeta, que decía:
«Escribe en un libro lo que ahora vas a ver, y mándalo a las siete Iglesias que
están en Asia. Me di vuelta para ver de
quién era esa voz que me hablaba, y vi siete candelabros de oro, y en medio de ellos, a alguien semejante a un
Hijo de hombre, revestido de una larga túnica que estaba ceñida a su pecho con
una faja de oro. Al ver esto, caí a sus
pies, como muerto, pero Él, tocándome con su mano derecha, me dijo: “No temas:
Yo Soy el Primero y el Último, el Viviente. Estuve muerto, pero ahora vivo para
siempre y tengo la llave de la
Muerte y del Abismo. Escribe lo que has visto, lo que sucede
ahora y lo que sucederá en el futuro.
Palabra de
Dios.
Te
alabamos, Señor.
¡ALELUYA!
“Ahora crees, Tomás,
porque me has visto. ¡Felices los que creen sin haber visto!”, dice el Señor
(Jn 20, 29).
¡ALELUYA!
EVANGELIO.
EVANGELIO
DE
NUESTRO
SEÑOR JESUCRISTO
SEGÚN SAN
JUAN 20, 19-31
Al atardecer de ese
mismo día, el primero de la semana, estando cerradas las puertas del lugar
donde se encontraban los discípulos, por temor a los judíos, llegó Jesús y
poniéndose en medio de ellos, les dijo: “¡La paz esté con ustedes!” Mientras
decía esto, les mostró sus manos y su costado. Los discípulos se llenaron de
alegría cuando vieron al Señor. Jesús les dijo de nuevo: “¡La paz esté con
ustedes! Como el Padre me envió a mí, Yo también los envío a ustedes”. Al
decirles esto, sopló sobre ellos y añadió: “Reciban el Espíritu Santo. Los
pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a
los que ustedes se los retengan”. Tomás, uno de los Doce, de sobrenombre el
Mellizo, no estaba con ellos cuando llegó Jesús. Los otros discípulos le dijeron:
“¡Hemos visto al Señor!” Él les respondió: “Si no veo la marca de los clavos en
sus manos, si no pongo el dedo en el lugar de los clavos y la mano en su
costado, no lo creeré”. Ocho días más tarde, estaban de nuevo los discípulos
reunidos en la casa, y estaba con ellos Tomás. Entonces apareció Jesús, estando
cerradas las puertas, se puso en medio de ellos y les dijo: “¡La paz esté con
ustedes!” Luego dijo a Tomás: “Trae aquí tu dedo: aquí están mis manos. Acerca
tu mano: métela en mi costado. En adelante no seas incrédulo, sino hombre de
fe”. Tomás respondió: “¡Señor mío y Dios mío!” Jesús le dijo: “Ahora crees,
porque me has visto. ¡Felices los que creen sin haber visto!” Jesús realizó
además muchos otros signos en presencia de sus discípulos, que no se encuentran
relatados en este Libro. Estos han sido escritos para que ustedes crean que
Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y creyendo, tengan Vida en su Nombre.
Palabra de
Dios.
¡Gloria
y honor a Ti, Señor Jesús!
FE Y
MISERICORDIA.
“Se hacían lenguas
de ellos”.
Después de exponer las
notas que distinguen a la primera comunidad de Jerusalén, el autor del Libro de
los Hechos subraya cómo se va congregando un grupo cada vez más numeroso de
hombres y mujeres que se adhieren al Señor. Los rasgos
más característicos de esta comunidad son: el poder de la palabra y los signos
que acompañan la predicación apostólica, el favor
que el pueblo les dispensa y la fraternidad entre todos los creyentes -comunidad
de vida y comunidad de bienes. La iglesia nace y crece
como respuesta al Evangelio, es fundación de Dios en Cristo y en sus enviados.
Por eso confesamos su origen apostólico. Muchos
acudían a los apóstoles, ellos eran un ejemplo atractivo, pues “la gente se
hacían lenguas de ellos”. ¿Ocurre lo mismo respecto
a la Iglesia
actual, continuadora de los apóstoles? El Papa
Francisco ha hecho que muchos vuelvan su mirada de nuevo a la Iglesia, está marcando
estilo en sentido positivo. ¿Sabremos nosotros imitar
su ejemplo?
“Jesucristo es “el
que vive”.
En el Apocalipsis
tenemos una enumeración de los diversos aspectos de la condición cristiana, que
se encuadra como escatológica: la tribulación o la persecución, la prueba
inaugurada por el conflicto escatológico de la cruz; la realeza y asociación a
la soberanía de Cristo, vencedor de la muerte y de las potencias; la
perseverancia o fidelidad en medio de la prueba y de la tentación. Junto a la
tribulación y prueba que supone la cruz y el creer en Jesús, está la soberanía,
la gloria de saberse vencedores con el resucitado. Para creer esto, en medio de una sociedad no creyente, es
preciso mantener viva la fe y la esperanza en el triunfo del Señor. La expresión "el primero y el último" es atribuida
a Dios mismo. Aquí se le aplica a Cristo. El título
de "el que vive" tiene la misma orientación porque sólo Dios es
"el viviente”, por oposición a los
ídolos que no tienen vida. Con estas expresiones se
quiere patentizar la realeza de Jesús, el dominio sobre la muerte, la veracidad
de su programa. El que se afilia al
grupo de Jesús comprueba que lo ocurrido en el maestro se realiza también en el
discípulo. La comunidad confiesa con estas expresiones su fe en la
resurrección. Ni el dinero, ni el
poder, ni la opresión, ni la tortura podrán nunca hacer desaparecer del corazón
del cristiano la seguridad de que Cristo es "el que vive”.
Hoy Jesucristo
resucitado nos dice: "Dichosos los que crean sin haber visto".
Tomás vio y creyó, pero,
como dice San Agustín, “quería creer con los
dedos”. Tiene que meter sus
dedos en las cicatrices para creer. El santo obispo de Hipona se pregunta: ¿y si hubiera resucitado sin las cicatrices?
Entonces.....Tomás no hubiera creído, "pero si no hubiera conservado las
cicatrices en su cuerpo, no hubiera sanado las heridas de nuestro
corazón". Jesús alaba a los que
creen sin haber visto por encima de los que creen porque han visto y hasta han
podido tocar. Sin embargo Tomás nos resulta cercano porque se parece mucho a
nosotros, hombres del siglo XXI tecnificado: queremos comprobar las cosas antes
de creerlas. Sin embargo, hay muchas
personas que se fían de Jesús, todo ese pueblo sencillo y humilde de las
procesiones de Semana Santa nos da ejemplo de confianza, porque creer es fiarse
de Aquél que nunca nos falla. Pero, para que nuestra
fe sea auténtica, es necesario dar un paso más. No vale sólo con vivir las
emociones de un momento. La fe nos compromete y
nos anima a seguir a Jesús y a poner en práctica su mensaje, pues “la fe sin
obras es una fe muerta”, nos dice Santiago en su
Carta.
El mensaje de Jesús
en este segundo domingo de Pascua es doble: la paz y la misericordia.
En primer lugar nos trae
la paz: “Paz a vosotros”. Es la
paz que no puede regalarnos nadie más en la vida, la paz interior, la paz que da sentido a nuestra vida y la
plenifica. Por eso, los discípulos “se
llenaron de alegría al ver al Señor”. Hay algo que todavía no tenemos asumido los que nos decimos
seguidores de Jesús: tenemos que ser misericordiosos. Jesús nos envía a
perdonar no a condenar, es el Evangelio de la
misericordia lo que nos trae. Lo ha recordado el Papa Francisco: “Dios no se cansa de perdonar”. Nos ha dicho, además, que
tenemos que anunciar la misericordia de Dios. Nosotros tenemos que ser mensajeros de perdón, aprender a
perdonarnos primero a nosotros mismos y ser instrumentos de perdón y
reconciliación para todos. Este es el Evangelio auténtico. Quizá muchos no dan el paso de entrar en nuestras
celebraciones desde la calle después de las procesiones porque no ven en
nosotros esos signos evangélicos de paz, misericordia y alegría. Hoy es el día de la "Divina misericordia". Que la
celebración de este día nos ayude a ser misericordiosos y compasivos todo el
año.
Padre José Mª Martín,
OSA
España
____________________
Jesús nos
bendiga, a ustedes y a nosotros,
Nina y
Juan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario