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SANTIAGO, Chile
Somos un matrimonio católico chileno, compuesto por Juan Rajs Grzebien, Corredor de Propiedades y Helicicultor y Nina Mónica Ramírez Donders, Profesora de Religión y Moral, Habilitada en Filosofía y Educadora de Párvulos, nuestra intención es promover la Doctrina y Cultura Católicas. Para mí, Juan Rajs, mi mayor orgullo y mi gran inspiración es Ninita, mi esposa, mi Dulce y Tierno regalito de Jesús como yo la llamo, no ceso de alabar a Dios por habermela concedido desde la eternidad, para amarla, respetarla y cuidarla siempre.

sábado, 27 de julio de 2013

EVANGELIO DEL DOMINGO

XVIIº DOMINGO DEL TIEMPO
COMÚN DE LA IGLESIA.


 
"LA ORACIÓN:
HIJOS QUE HABLAN CON CONFIANZA
A SU PADRE”.

DOMINGO 28 DE JULIO DE 2013

 
PRIMERA LECTURA.

TOMADA DEL LIBRO DEL
GÉNESIS 18, 20-21. 23-32

El Señor dijo: “El clamor contra Sodoma y Gomorra es tan grande, y su pecado tan grave, qué debo bajar a ver si sus acciones son realmente como el clamor que ha llegado hasta mí. Si no es así, lo sabré”. Entonces Abraham se le acercó y le dijo: “¿Así que vas a exterminar al justo junto con el culpable? Tal vez haya en la ciudad cincuenta justos. ¿Y Tú vas a arrasar ese lugar, en vez de perdonarlo por amor a los cincuenta justos que hay en él? ¡Lejos de ti hacer semejante cosa! ¡Matar al justo juntamente con el culpable, haciendo que los dos corran la misma suerte! ¡Lejos de ti! ¿Acaso el Juez de toda la tierra no va a hacer justicia?” El Señor respondió: “Si encuentro cincuenta justos en la ciudad de Sodoma, perdonaré a todo ese lugar en atención a ellos”. Entonces Abraham dijo: “Yo, que no soy más que polvo y ceniza, tengo el atrevimiento de dirigirme a mi Señor. Quizá falten cinco para que los justos lleguen a cincuenta. Por esos cinco ¿vas a destruir toda la ciudad?” “No la destruiré si encuentro allí cuarenta y cinco”, respondió el Señor. Pero Abraham volvió a insistir: “Quizá no sean más de cuarenta”. Y el Señor respondió: “No lo haré por amor a esos cuarenta”. “Por favor, dijo entonces Abraham, que mi Señor no lo tome a mal si continúo insistiendo. Quizá sean solamente treinta”. Y el Señor respondió: “No lo haré si encuentro allí a esos treinta”. Abraham insistió: “Una vez más, me tomo el atrevimiento de dirigirme a mi Señor. Tal vez no sean más que veinte”. “No la destruiré en atención a esos veinte”, declaró el Señor. “Por favor, dijo entonces Abraham, que mi Señor no se enoje si hablo por última vez. Quizá sean solamente diez”. “En atención a esos diez, respondió, no la destruiré”.

Palabra de Dios:
Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL
138 (137), 1-3. 6-8

R.:
¡ME ESCUHASTE, SEÑOR,
CUANDO TE INVOQUÉ!

Te doy gracias, Señor, de todo corazón,
porque has oído las palabras de mi boca,
te cantaré en presencia de los ángeles.
Me postraré ante tu santo Templo R.:

Daré gracias a tu Nombre por tu amor y tu fidelidad,
porque tu promesa ha superado tu renombre.
Me respondiste cada vez que te invoqué
y aumentaste la fuerza de mi alma R.:

El Señor está en las alturas,
pero se fija en el humilde
y reconoce al orgulloso desde lejos.
Si camino entre peligros,
me conservas la vida R.:

Tu derecha me salva.
El Señor lo hará todo por mí.
Tu amor es eterno, Señor,
¡no abandones la obra de tus manos! R.:



SEGUNDA LECTURA.

TOMADA DE LA CARTA DEL
APÓSTOL SAN PABLO A
LOS CRISTIANOS DE COLOSAS 2, 12-14

Hermanos:

En el bautismo, ustedes fueron sepultados con Cristo, y con Él resucitaron, por la fe en el poder de Dios que lo resucitó de entre los muertos. Ustedes estaban muertos a causa de sus pecados y de la incircuncisión de su carne, pero Cristo los hizo revivir con Él, perdonando todas nuestras faltas. Él canceló el acta de condenación que nos era contraria, con todas sus cláusulas, y la hizo desaparecer clavándola en la cruz.

Palabra de Dios:
Te alabamos, Señor.

¡ALELUYA!

Han recibido el espíritu de hijos adoptivos, que nos hace llamar a Dios “¡Abbá!”, es decir, Padre
(Rom 8, 15).

¡ALELUYA!

EVANGELIO.

EVANGELIO DE
DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO
SEGÚN SAN LUCAS 11, 1-13

Un día, Jesús estaba orando en cierto lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: “Señor, enséñanos a orar, así como Juan enseñó a sus discípulos”. Él les dijo entonces: “Cuando oren, digan: Padre, santificado sea tu Nombre, que venga tu Reino, danos cada día nuestro pan cotidiano; perdona nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a aquéllos que nos ofenden; y no nos dejes caer en la tentación”. Jesús agregó: “Supongamos que alguno de ustedes tiene un amigo y recurre a él a medianoche, para decirle: “Amigo, préstame tres panes, porque uno de mis amigos llegó de viaje y no tengo nada que ofrecerle”, y desde adentro él le responde: “No me fastidies; ahora la puerta está cerrada, y mis hijos y yo estamos acostados. No puedo levantarme para dártelos”. Yo les aseguro que aunque él no se levante para dárselos por ser su amigo, se levantará al menos a causa de su insistencia y le dará todo lo necesario. También les aseguro: pidan y se les dará, busquen y encontrarán, llamen y se les abrirá. Porque el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abrirá. ¿Hay entre ustedes algún padre que da a su hijo una serpiente cuando le pide un pescado? ¿Y si le pide un huevo, le dará un escorpión? Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a aquéllos que se lo pidan!”

Palabra de Dios:
¡Gloria y Honor a Ti, Señor, Jesús.

SEÑOR, ENSEÑANOS A ORAR DE VERDAD.

DIOS ESCUCHA
NUESTRAS PLEGARIAS.

La conversación amistosa de Abrahám con el Señor muestra que Dios rige el mundo con justicia. Aparece como el juez ideal, que no se deja influir por simples rumores y se atiene a los hechos que comprueba. El autor expresa la justicia de Dios, que se ve obligado a castigar a una ciudad corrupta hasta el extremo de maltratar a sus enviados. Destaca la progresiva condescendencia de Dios que va cediendo ante la insistente intercesión de su amigo Abrahám. Pero este regateo y esta condescendencia revela hasta qué punto la justicia divina está llena de misericordia. Dios sabe perdonar a los pecadores por amor a los justos y, de ningún modo, es su intención que paguen justos por pecadores. Dios no es sordo cuando se le invoca sinceramente, como nos dice el Salmo: “Cuando te llamé, Señor, me escuchaste”.

REZAR EL PADRE NUESTRO
SINTIÉNDO LO QUE DECIMOS.

Ante la pregunta de sus discípulos, Jesús nos enseña cómo debemos dirigirnos al Padre y qué es lo que tenemos que pedirle en nuestras oraciones. La invocación inicial que Lucas recoge, “Padre”, en Mateo aparece adjetivada “Padre nuestro que estás en los cielos”. Es una oración que podemos rezar individualmente o en comunidad, pero sabiendo que Dios es Padre de todos los hombres, sin excepción. Ambos evangelistas escriben “danos hoy el pan de mañana”, a diferencia de lo que pedimos nosotros: “el pan nuestro de cada día dánosle hoy”. “El pan de mañana” significa tanto como “pan del cielo” o “pan de vida”, por lo que esta petición se refiere también al reino de Dios. El Padrenuestro es la oración más perfecta que podemos rezar. Contiene todas las oraciones posibles: alabanza, acción de gracias, ofrecimiento, petición de perdón y petición de ayuda. Recemos el Padrenuestro pausadamente, meditando en lo que decimos, sintiéndolo de verdad.

DEBEMOS PEDIR
CON CONFIANZA.

La parábola del evangelio quiere mostrar la eficacia de la oración dirigida al Padre. No debemos entenderla como si una petición repetida hasta la saciedad doblegara la voluntad de Dios y lo pusiera a nuestra disposición. La oración es eficaz por la bondad del Padre, no por nuestra insistencia o por nuestros méritos. Si ya los hombres, siendo malos como son, no engañan a sus hijos y les dan lo que les piden, con mayor razón el Padre dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan. El Espíritu es el don por antonomasia y el principio de todos los dones, porque es prenda de vida eterna, y ¿qué otra cosa pide el hombre, cuando pide cualquier cosa, que no sea la vida eterna? Pedimos pan, pero lo que deseamos de verdad no es el pan de cada día sino “el pan de vida”, es decir, la vida en su plenitud. Debemos pedir, no es mala la oración de petición, pues demuestra nuestra indigencia, nuestra necesidad de ayuda y que ponemos nuestra confianza en Dios. Sin embargo, una auténtica petición conlleva el compromiso de trabajar para hacer realidad lo que pedimos. Dios cuenta con nuestra colaboración. San Agustín nos anima a practicar la oración de petición: “Llama con tu oración al Señor mismo con quien descansa su familia; pide, insiste. No necesita ser vencido por la importunidad, como el amigo aquél, para levantarse y darte. Él quiere dar. Si, aún llamando, no has recibido nada, sigue llamando, pues desea dar. Difiere el dar lo que desea dar para que al diferirlo lo desees más ardientemente, no sea que otorgándotelo luego, te parezca vil”.


Padre José Mª Martín, OSA
España.

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Jesús nos bendiga, a ustedes y a nosotros,
Nina y Juan.