IIº DOMINGO
DE ADVIENTO
“SEGUROS
BAJO LA GLORIA DE
DIOS”.
DOMINGO 09
de DICIEMBRE DE 2012
PRIMERA LECTURA.
TOMADA DEL LIBRO DEL
PROFETA BARUC 5, 1-9
Quítate tu ropa de duelo y de aflicción, Jerusalén,
vístete para siempre con el esplendor de la gloria de Dios, cúbrete con el
manto de la justicia de Dios, coloca sobre tu cabeza la diadema de gloria del
Eterno. Porque Dios mostrará tu resplandor a todo lo que existe bajo el cielo.
Porque recibirás de Dios para siempre este nombre: “Paz en la justicia” y
“Gloria en la piedad”. Levántate, Jerusalén,
sube a lo alto y dirige tu mirada hacia el Oriente: mira a tus hijos reunidos
desde el oriente al occidente por la palabra del Santo, llenos de gozo, porque
Dios se acordó de ellos. Ellos salieron de ti a pie, llevados por enemigos,
pero Dios te los devuelve, traídos gloriosamente como en un trono real. Porque
Dios dispuso que sean aplanadas las altas montañas y las colinas seculares, y
que se rellenen los valles hasta nivelar la tierra, para que Israel camine
seguro bajo la gloria de Dios. También los bosques y todas las plantas
aromáticas darán sombra a Israel por orden de Dios, porque Dios conducirá a
Israel en la alegría, a la luz de su gloria, acompañándolo con su misericordia
y su justicia.
Palabra de
Dios.
Te
alabamos, Señor.
SALMO
RESPONSORIAL
126
(125), 1-6
R.:
¡GRANDES COSAS HIZO
EL
SEÑOR POR NOSOTROS!
Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía que soñábamos:
nuestra boca se llenó de risas
y nuestros labios, de canciones R.:
Hasta los mismos paganos decían:
“¡El Señor hizo por ellos grandes cosas!”
¡Grandes cosas hizo el Señor por nosotros
y estamos rebosantes de alegría! R.:
¡Cambia, Señor, nuestra suerte
como los torrentes del Négueb!
Los que siembran entre lágrimas
cosecharán entre canciones R.:
El sembrador va llorando cuando esparce la
semilla,
pero vuelve cantando cuando trae las gavillas R.:
SEGUNDA
LECTURA.
TOMADA
DE LA CARTA DEL
APÓSTOL
SAN PABLO A LOS
CRISTIANOS
DE FILIPOS 1, 4-11
Hermanos:
Siempre y en todas
mis oraciones pido con alegría por todos ustedes, pensando en la colaboración
que prestaron a la difusión del Evangelio, desde el comienzo hasta ahora. Estoy
firmemente convencido de que aquel que comenzó en ustedes la buena obra la irá
completando hasta el Día de Cristo Jesús. Y es justo que tenga estos
sentimientos hacia todos ustedes, porque los llevo en mi corazón, ya que
ustedes, sea cuando estoy prisionero, sea cuando trabajo en la defensa y en la
confirmación del Evangelio, participan de la gracia que he recibido. Dios es
testigo de que los quiero tiernamente a todos en el corazón de Cristo Jesús. Y
en mi oración pido que el amor de ustedes crezca cada vez más en el
conocimiento y en la plena comprensión, a fin de que puedan discernir lo que es
mejor. Así serán encontrados puros e irreprochables en el Día de Cristo, llenos
del fruto de justicia que proviene de Jesucristo, para la gloria y alabanza de
Dios.
Palabra de
Dios.
Te
alabamos, Señor.
¡ALELUYA!
Preparen el camino
del Señor, allanen sus senderos. Todos los hombre verán la Salvación de Dios
(Lc 3, 4c. 6).
¡ALELUYA!
EVANGELIO.
EVANGELIO
DE
NUESTRO
SEÑOR JESUCRISTO
SEGÚN SAN
LUCAS 3, 1-6
El año decimoquinto del reinado del emperador Tiberio,
cuando Poncio Pilato gobernaba la
Judea, siendo Herodes tetrarca de Galilea, su hermano Filipo
tetrarca de Iturea y Traconítide, y Lisanias tetrarca de Abilene, bajo el
pontificado de Anás y Caifás, Dios dirigió su palabra a Juan, hijo de Zacarías,
que estaba en el desierto. Este comenzó entonces a recorrer toda la región del
río Jordán, anunciando un bautismo de conversión para el perdón de los pecados,
como está escrito en el libro del profeta Isaías: Una voz grita en el desierto:
Preparen el camino del Señor, allanen sus senderos. Los valles serán rellenados,
las montañas y las colinas serán aplanadas. Serán enderezados los senderos
sinuosos y nivelados los caminos desparejos. Entonces, todos los hombres verán la Salvación de Dios.
Palabra de
Dios.
¡Gloria
y honor a Ti, Señor Jesús!
DIOS NOS
LLAMA A LA CONVERSIÓN.
Juan
Bautista, un personaje singular.
El eco de la predicación
de Juan Bautista ha llegado hasta nuestros días en este segundo Domingo de
Adviento. Juan Bautista es un personaje singular, fiel siempre a su vocación y
a su misión con humildad. Ni siquiera “se sentía digno de soltar las correas de
las sandalias de Aquel” a quien anunciaba. Pero aún atrae más su sentido
espiritual, el mensaje ascético de Juan. Es un mensaje que se hacía durísimo
con los poderosos: “No te es lícito vivir con la mujer de tu hermano”; cortante
con los fariseos: “Son una raza de víboras”; fuerte con los soldados: “No hagan
extorsión a nadie y conténtense con la paga”; suplicante con los publicanos:
“No pidan más de lo tasado”. Y todo esto, consciente de que estaba “preparando
los caminos del Señor”, “enderezando las sendas”, Nos hace falta Juan en nuestros días. En estas ciudades rebosantes de multitudes, de muchedumbres
informes y masificadas, en estas ciudades que, bajo otros aspectos, son
verdaderos desiertos, está haciendo falta que aparezca Juan con su mensaje: “Yo soy la voz del que clama en el desierto”.
Necesidad
de conversión.
Juan iba al grano y sin
rodeos en su papel de precursor: Hay que
cambiar, hay que convertirse. Porque “el hacha está
tocando ya la raíz, y todo árbol sin frutos será talado y echado al fuego”. Él nos invita también a ti y a mí, diciéndonos con potente
y penetrante voz: “¡Endereza tus pasos! ¡El
Señor viene, y ya está a la puerta!". Sí, el
Señor que vino hace dos mil años y que vendrá al final de los tiempos, viene
también a nosotros en el hoy de nuestra historia y de muchas formas se acerca
para tocar suave o fuertemente a la puerta de nuestros corazones. Por tanto: ¡despójate de la impaciencia con que sueles tratar a algunas
personas y revístete de la paciencia, tratando a todos con máxima afabilidad! ¡Despójate del egoísmo y apego a los bienes materiales para
revestirte de actitudes de generosidad y desprendimiento! ¡Despójate de la
insensibilidad frente a las necesidades del prójimo y revístete de la caridad
que se hace concreta en actitudes e iniciativas de solidaridad! ¡Despójate de
los chismes, de la difamación, de la calumnia, de hablar mal de personas
ausentes!
Nuestra
tarea es preparar los caminos del Señor:
“que los valles se
levanten, que montes y colinas se abajen, que lo torcido se enderece y lo
escabroso se iguale”. ¿Cuál es nuestra colina? Quizá sea nuestro orgullo y nuestra autosuficiencia. El
gran pecado del hombre actual es prescindir de Dios y creerse él mismo el todopoderoso.
Pero podemos también vivir sin valorarnos, con una falsa humildad y
abatimiento. Por eso se nos dice que
nos levantemos y reconozcamos los dones que Dios nos ha dado para ponerlos a
disposición de los hermanos. A veces nos empeñamos en
caminar por caminos tortuosos o escabrosos. Dios quiere
que eliminemos los baches y las curvas que nos desvían de la senda verdadera. Prepara los caminos al Señor y le abre la puerta quien con
humildad reconoce que necesita del Señor y endereza sus pasos torcidos, quien
se convierte de su mala conducta, quien abandona el camino del mal y de la
mentira para recorrer el sendero del bien que conduce a la Vida. Prepara los
caminos al Señor quien se afana seriamente en quitar todo obstáculo del camino,
despojándose de todo lo que retarda o impide su llegada a nuestra morada
interior. Prepara los caminos al Señor y le abre la puerta quien se esfuerza en
“rellenar los valles y abismos”, quien con sistemático trabajo lucha para se
acaben las desigualdades y triunfe de una vez para siempre la justicia.
Padre José Mª Martín,
OSA
España
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Jesús nos
bendiga, a ustedes y a nosotros,
Nina y
Juan.