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SANTIAGO, Chile
Somos un matrimonio católico chileno, compuesto por Juan Rajs Grzebien, Corredor de Propiedades y Helicicultor y Nina Mónica Ramírez Donders, Profesora de Religión y Moral, Habilitada en Filosofía y Educadora de Párvulos, nuestra intención es promover la Doctrina y Cultura Católicas. Para mí, Juan Rajs, mi mayor orgullo y mi gran inspiración es Ninita, mi esposa, mi Dulce y Tierno regalito de Jesús como yo la llamo, no ceso de alabar a Dios por habermela concedido desde la eternidad, para amarla, respetarla y cuidarla siempre.

jueves, 9 de agosto de 2012

EVANGELIO DEL DOMINGO

XIXº DOMINGO DEL TIEMPO COMÚN
DE LA IGLESIA


 
“¡LEVÁNTATE Y COME!”

DOMINGO 12 DE AGOSTO DE 2012

PRIMERA LECTURA.

TOMADA DEL PRIMER LIBRO
DE LOS REYES 19, 1-8

Ajab contó a Jezabel todo lo que había hecho Elías y cómo había pasado a todos los profetas al filo de la espada. Jezabel envió entonces un mensajero a Elías para decirle: “Que los dioses me castiguen si mañana, a la misma hora, yo no hago con tu vida lo que tú hiciste con la de ellos”. Él tuvo miedo, y partió en seguida para salvar su vida. Llegó a Bersebá de Judá y dejó allí a su sirviente. Luego caminó un día entero por el desierto, y al final se sentó bajo una retama. Entonces se deseó la muerte y exclamó: “¡Basta ya, Señor! ¡Quítame la vida, porque yo no valgo más que mis padres!” Se acostó y se quedó dormido bajo la retama. Pero un ángel lo tocó y le dijo: “¡Levántate, come!” Él miró y vio que había a su cabecera una galleta cocida sobre piedras calientes y un jarro de agua. Comió, bebió y se acostó de nuevo. Pero el Ángel del Señor volvió otra vez, lo tocó y le dijo: “¡Levántate, come, porque todavía te queda mucho por caminar!” Elías se levantó, comió y bebió, y fortalecido por ese alimento caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta la montaña de Dios, el Horeb.

Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL
34 (33), 2-9

R.: ¡GUSTEN Y VEAN
QUE BUENO ES EL SEÑOR!

Bendeciré al Señor en todo tiempo,
su alabanza estará siempre en mis labios.
Mi alma se gloría en el Señor:
que lo oigan los humildes y se alegren R.:   

Glorifiquen conmigo al Señor,
alabemos su Nombre todos juntos.
Busqué al Señor: Él me respondió
y me libró de todos mis temores R.:   

Miren hacia Él y quedarán resplandecientes,
y sus rostros no se avergonzarán.
Este pobre hombre invocó al Señor:
Él lo escuchó y lo salvó de sus angustias R.:      

El Ángel del Señor acampa en torno de sus fieles,
y los libra.
¡Gusten y vean qué bueno es el Señor!
¡Felices los que en Él se refugian! R.:     

SEGUNDA LECTURA.

TOMADA DEL LA CARTA DEL
APÓSTOL SAN PABLO A LOS
CRISTIANOS DE ÉFESO 4, 30; 5, 2

Hermanos:

No entristezcan al Espíritu Santo de Dios, que los ha marcado con un sello para el día de la redención. Eviten la amargura, los arrebatos, la ira, los gritos, los insultos y toda clase de maldad. Por el contrario, sean mutuamente buenos y compasivos, perdonándose los unos a los otros como Dios los ha perdonado en Cristo. Traten de imitar a Dios, como hijos suyos muy queridos. Vivan en el amor, a ejemplo de Cristo, que nos amó y se entregó por nosotros, como ofrenda y sacrificio agradable a Dios.

Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

¡ALELUYA!

“Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente”, dice el Señor
(Jn 6, 51-52).

¡ALELUYA!

EVANGELIO.

EVANGELIO DE
NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO
SEGÚN SAN JUAN 6, 41-51

Los judíos murmuraban de Jesús, porque había dicho: “Yo soy el pan bajado del cielo”. Y decían: “¿Acaso este no es Jesús, el hijo de José? Nosotros conocemos a su padre y a su madre. ¿Cómo puede decir ahora: “Yo he bajado del cielo?” Jesús tomó la palabra y les dijo: “No murmuren entre ustedes. Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me envió; y Yo lo resucitaré en el último día. Está escrito en el libro de los Profetas: Todos serán instruidos por Dios. Todo el que oyó al Padre y recibe su enseñanza, viene a mí. Nadie ha visto nunca al Padre, sino el que viene de Dios: sólo Él ha visto al Padre. Les aseguro que el que cree, tiene Vida eterna. Yo soy el pan de Vida. Sus padres, en el desierto, comieron el maná y murieron. Pero este es el pan que desciende del cielo, para que aquel que lo coma no muera. Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que Yo daré es mi carne para la Vida del mundo”.

Palabra de Dios.
¡Gloria y honor a Ti, Señor Jesús!

LA VIDA VERDADERA.

Ser fieles en medio de las dificultades.
 
Unos 900 años antes de Cristo vivió uno de los “hombres de Dios” más conocidos de la historia de la Salvación: Elías. Fue el “luchador” de Dios para defender al pueblo de Israel de la idolatría en que había caído siguiendo al rey Ajab -y sobre todo a su esposa Jezabel. Elías tuvo que huir. Esta es también nuestra historia de cristianos (cuando de verdad somos cristianos); es nuestra historia de evangelizadores: somos rechazados, perseguidos, ridiculizados… En la superficie de la historia la mentira le gana a la verdad, la injusticia a la justicia, los poderes del mundo están contra Dios y -en definitiva- contra el hombre. Elías quiere caminar hacia la montaña de Dios, pero el camino es difícil. Se agota. Se duerme en el desierto. Está lleno de miedo, angustiado, perplejo ¡hasta se desea la muerte!

El alimento de Dios: queremos ser fieles, caminar en la dirección de Dios, pero el camino es difícil, duro.
 
Nos agotamos. Siempre es actual el pasaje del Profeta Elías, pero parecería que en el aquí y ahora de cada uno lo fuera particularmente. Tenemos miedos, angustias. Estamos perplejos, a veces, para atrás no podemos volver, para adelante parecería que sólo nos espera el desierto. Las “seguridades” que teníamos se van perdiendo o se perdieron… Elías fue despertado, sacudido, puesto en la realidad de la vida por un ángel: “levántate y come”. Comió. Volvió a querer evadirse de la realidad por el sueño. Otra vez el ángel lo despertó: “levántate y come porque el camino es demasiado largo para ti…” El ángel le reveló su alimento. Nuestra historia es mucho más extraordinaria: la revelación del alimento de Dios nos la trajo el mismo Jesús (más que un ángel: Dios) “Yo soy el pan de vida…” (Jn 6, 32-34).

La vida eterna

El domingo pasado, escuchábamos que los Judíos estaban entusiasmados por la revelación hecha por Jesús a cerca del pan de vida dado por el Padre, quien dice: “Señor, danos siempre de este pan” (Jn. 6:34). Hoy, nosotros vemos que ésta situación ha cambiado: algunos Judíos están haciéndose preguntas, quizás legitimas, acerca del origen de Jesús. De hecho, Jesús había afirmado: “Yo soy el pan de vida; el que viene a mi no tendrá hambre, y el que crea en mi nunca tendrá sed”. Esta afirmación había asustado a algunos, y por eso ellos protestaron, diciendo: “¿No es éste Jesús, hijo de José, cuyo padre y madre conocemos? ¿Cómo puede decir ahora: He bajado del cielo?” Nosotros también negamos en muchas ocasiones a Jesús y dudamos de Él. No dejamos que Él entre y transforme nuestra vida. Nos refugiamos en otras seguridades más inmediatas. Nos perdemos entonces el alimento que da la vida que nunca se acaba. Sin embargo, la Vida eterna está a nuestro alcance: esta aquí, en la Eucaristía que estamos celebrando. Jesús sólo nos pide una cosa: que creamos en Él con amor y esperanza. 

Si lo hacemos así, daremos vida al mundo con nuestro compromiso transformador de la realidad pecadora que nos rodea.

 
Padre José Mª Martín, OSA
                   España.
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Jesús nos bendiga, a ustedes y a nosotros,
Nina y Juan.

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