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SANTIAGO, Chile
Somos un matrimonio católico chileno, compuesto por Juan Rajs Grzebien, Corredor de Propiedades y Helicicultor y Nina Mónica Ramírez Donders, Profesora de Religión y Moral, Habilitada en Filosofía y Educadora de Párvulos, nuestra intención es promover la Doctrina y Cultura Católicas. Para mí, Juan Rajs, mi mayor orgullo y mi gran inspiración es Ninita, mi esposa, mi Dulce y Tierno regalito de Jesús como yo la llamo, no ceso de alabar a Dios por habermela concedido desde la eternidad, para amarla, respetarla y cuidarla siempre.

miércoles, 22 de agosto de 2012

EVANGELIO DEL DOMINGO

XXIº DOMINGO DEL TIEMPO COMÚN
DE LA IGLESIA


 
“SEÑOR, ¿A QUIÉN IREMOS?”

DOMINGO 26  DE AGOSTO DE 2012

PRIMERA LECTURA.

TOMADA DEL LIBRO
DE JOSUÉ 24, 1-2a. 15-17. 18b

Josué reunió en Siquém a todas las tribus de Israel, y convocó a los ancianos de Israel, a sus jefes, a sus jueces y a sus escribas, y ellos se presentaron delante del Señor. Entonces Josué dijo a todo el pueblo: “Si no están dispuestos a servir al Señor, elijan hoy a quién quieren servir: si a los dioses a quienes sirvieron sus antepasados al otro lado del Río, o a los dioses de los amorreos, en cuyo país ustedes ahora habitan. Yo y mi familia serviremos al Señor”. El pueblo respondió: “Lejos de nosotros abandonar al Señor para servir a otros dioses. Porque el Señor, nuestro Dios, es el que nos hizo salir de Egipto, de ese lugar de esclavitud, a nosotros y a nuestros padres, y el que realizó ante nuestros ojos aquellos grandes prodigios. Él nos protegió en todo el camino que recorrimos y en todos los pueblos por donde pasamos. Por eso, también nosotros serviremos al Señor, ya que Él es nuestro Dios”.

Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL
34 (33), 2-3. 16-23

R.: ¡GUSTEN Y VEAN
QUE BUENO ES EL SEÑOR!

Bendeciré al Señor en todo tiempo,
su alabanza estará siempre en mis labios.
Mi alma se gloría en el Señor:
que lo oigan los humildes y se alegren  R.:

Los ojos del Señor miran al justo
y sus oídos escuchan su clamor;
pero el Señor rechaza a los que hacen el mal
para borrar su recuerdo de la tierra R.:

Cuando ellos claman, el Señor los escucha
y los libra de todas sus angustias.
El Señor está cerca del que sufre
y salva a los que están abatidos  R.:

El justo padece muchos males,
pero el Señor lo libra de ellos.
Él cuida todos sus huesos,
no se quebrará ni uno solo  R.:

La maldad hará morir al malvado,
y los que odian al justo serán castigados;
pero el Señor rescata a sus servidores,
y los que se refugian en Él no serán castigados  R.:


SEGUNDA LECTURA.

TOMADA DEL LA CARTA DEL
APÓSTOL SAN PABLO A LOS
CRISTIANOS DE ÉFESO 5, 21-33

Hermanos:

Sean dóciles los unos a los otros por consideración a Cristo: las mujeres a su marido, como si fuera el Señor, porque el varón es la cabeza de la mujer, como Cristo es la Cabeza y el Salvador de la Iglesia, que es su Cuerpo. Así como la Iglesia es dócil a Cristo, así también las mujeres deben ser dóciles en todo a su marido. Maridos, amen a su esposa, como Cristo amó a la Iglesia y se entregó por ella, para santificarla. Él la purificó con el bautismo del agua y la palabra, porque quiso para sí una Iglesia resplandeciente, sin mancha ni arruga y sin ningún defecto, sino santa e inmaculada. Del mismo modo, los maridos deben amar a su mujer como a su propio cuerpo. El que ama a su esposa se ama a sí mismo. Nadie menosprecia a su propio cuerpo, sino que lo alimenta y lo cuida. Así hace Cristo por la Iglesia, por nosotros, que somos los miembros de su Cuerpo. Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre para unirse a su mujer, y los dos serán una sola carne. Este es un gran misterio: y yo digo que se refiere a Cristo y a la Iglesia. En cuanto a ustedes, cada uno debe amar a su mujer como a sí mismo, y la esposa debe respetar a su marido.

Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

¡ALELUYA!

Tus palabras, Señor, son Espíritu y Vida; Tú tienes palabras de Vida eterna
(Jn 6, 64b. 69b).

¡ALELUYA!

EVANGELIO.

EVANGELIO DE
NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO
SEGÚN SAN JUAN 6, 60-69

Después de escuchar la enseñanza de Jesús, muchos de sus discípulos decían: “¡Es duro este lenguaje! ¿Quién puede escucharlo?” Jesús, sabiendo lo que sus discípulos murmuraban, les dijo: “¿Esto los escandaliza? ¿Qué pasará, entonces, cuando vean al Hijo del hombre subir donde estaba antes? El Espíritu es el que da Vida, la carne de nada sirve. Las palabras que les dije son Espíritu y Vida. Pero hay entre ustedes algunos que no creen”. En efecto, Jesús sabía desde el primer momento quiénes eran los que no creían y quién era el que lo iba a entregar. Y agregó: “Por eso les he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede”. Desde ese momento, muchos de sus discípulos se alejaron de Él y dejaron de acompañarlo. Jesús preguntó entonces a los Doce: “¿También ustedes quieren irse?” Simón Pedro le respondió: “Señor, ¿a quién iremos? (Solo) Tú tienes palabras de Vida eterna”.

Palabra de Dios.
¡Gloria y honor a Ti, Señor Jesús!

EL SEGUIMIENTO DE JESÚS.

Servir al Señor. 

El texto del Libro de Josué recoge la llamada “Asamblea de Siquem”. Fueron convocadas todas las tribus de Israel. Dios mantiene su promesa: tierra y libertad. El pueblo se compromete a no tener más dioses y a servir sólo al Señor. Josué les deja en libertad para escoger servir al Señor o a los otros dioses. El pueblo entero responde: “¡Lejos de nosotros abandonar al Señor para servir a dioses extranjeros!” Su decisión firme es “servir al Señor”. El concepto de servicio aquí no tiene que ver nada con la esclavitud. Dios libera siempre y lo único que quiere es precisamente la libertad de su pueblo.

¿Dispuestos a seguirlo con todas las consecuencias?
 
Contemplamos dos reacciones bien distintas ante el discurso de Jesús por parte de quienes le escuchan. Para algunos, su lenguaje es demasiado duro, incomprensible. Hay crisis, cisma, escisión, abandono, ruptura, fin del camino para muchos de los que, por curiosidad u otros motivos, se han ido acercando a Jesús. Eran discípulos a tiempo parcial. Discípulos de los buenos tiempos. Discípulos de las palabras bonitas, del pan fácil y de los milagros sorprendentes. Han oído muchas cosas interesantes, pero cuando empieza a ser preciso implicarse un poco más, dan media vuelta. Muchos conocen a los padres de Jesús, saben de dónde viene, y parece que eso les impide ver más allá. Y el mismo evangelista nos da una pista para entender la actitud de estas personas: no creían, no estaban dispuestas a aceptar las enseñanzas de Jesús, frecuentemente incomprensibles para ellos.

Confiar en Jesús

Por otro lado, vemos la reacción de los Apóstoles, representada por san Pedro: “Señor, ¿a quién vamos a ir? Tú tienes palabras de vida eterna, y nosotros creemos”. No es que los doce sean más listos que los otros, ni tampoco más buenos, ni quizá más expertos en la Biblia; lo que sí son es más sencillos, más confiados, más abiertos al Espíritu, más dóciles. Los sorprendemos de cuando en cuando en las páginas de los evangelios equivocándose, no entendiendo a Jesús, discutiéndose sobre cuál de ellos es el más importante, incluso corrigiendo al Maestro cuando les anuncia su pasión; pero siempre los encontramos a su lado, fieles. Su secreto: lo amaban de verdad. San Agustín lo expresa así: “No dejan huella en el alma las buenas costumbres, sino los buenos amores (...). Esto es en verdad el amor: obedecer y creer a quien se ama”. A la luz de este Evangelio nos podemos preguntar: ¿dónde tengo puesto mi amor?, ¿qué fe y qué obediencia tengo en el Señor y en lo que la Iglesia enseña?, ¿qué docilidad, sencillez y confianza vivo con las cosas de Dios?

¿Estás dispuesto a seguirlo?
 
En la vida de todos los seguidores de Jesús, hay un momento en que se plantea un interrogante parecido al del Evangelio de hoy. ¿Continuamos adelante con Jesús a pesar de que sus palabras parecen duras, o damos media vuelta y lo abandonamos? A veces nos cansa ser buenos, nos aburre ser justos, nos hastía poner la otra mejilla, queremos ser como todos, nos asaltan las dudas y la incredulidad. Es cuestión de pensar seriamente a quién o a qué queremos seguir, con qué criterios deseamos organizar nuestra vida. Si tú tienes ganas de dar sentido a tu vida, si quieres dejar de sentirte insatisfecho, atrévete a decir, como Pedro: “Señor, ¿a dónde iremos? Sólo tú tienes palabras de vida eterna”. Puede que sea duro al principio, pero después de la cruz, siempre viene la Resurrección. De esta manera, a pesar de las caídas, de los tropezones, podremos seguir hacia la Felicidad, por encima de felicidades o alegrías pasajeras. 

Confía en Él, y mantente firme en la opción realizada.
No estás solo,  Jesús está contigo.

Padre José Mª Martín, OSA
                   España.
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Jesús nos bendiga, a ustedes y a nosotros,
Nina y Juan.

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