XXIIº
DOMINGO DEL TIEMPO
COMÚN
DE LA IGLESIA.
“LA GRANDEZA DE LA HUMILDAD”.
DOMINGO
1º DE SEPTIEMBRE DE 2013
PRIMERA LECTURA.
TOMADA DEL LIBRO DEL
ECLESIÁSTICO (SIRÁCIDES) 3, 17-18. 20. 28-29
Hijo mío,
realiza tus obras con modestia y serás amado por los que agradan a Dios. Cuanto
más grande seas, más humilde debes ser, y así obtendrás el favor del Señor,
porque el poder del Señor es grande y Él es glorificado por los humildes. No
hay remedio para el mal del orgulloso, porque una planta maligna ha echado
raíces en él. El corazón inteligente medita los proverbios y el sabio desea
tener un oído atento.
Palabra
de Dios.
Te
alabamos, Señor.
SALMO
RESPONSORIAL
68
(67), 4-5. 6-7. 10-11
R.:
¡SEÑOR,
TÚ
ERES BUENO CON LOS POBRES!
Los justos se regocijan,
gritan de gozo delante del Señor
y se llenan de alegría.
¡Canten al Señor,
entonen un himno a su Nombre!
Su Nombre es “el Señor” R.:
El Señor en su santa Morada
es padre de los huérfanos
y defensor de las viudas:
Él instala en un hogar a los solitarios
y hace salir con felicidad a los
cautivos R.:
Tú derramaste una lluvia generosa,
Señor: tu herencia estaba exhausta
y Tú la reconfortaste;
allí se estableció tu familia,
y Tú, Señor, la afianzarás
por tu bondad para con el pobre R.:
SEGUNDA
LECTURA.
TOMADA
DE LA CARTA DEL
A
LOS
HEBREOS 12, 18-19. 22-24
Hermanos:
Ustedes no se
han acercado a algo tangible: “fuego ardiente, oscuridad, tinieblas, tempestad,
sonido de trompeta, y un estruendo tal de palabras”, que aquéllos que lo escuchaban
no quisieron que se les siguiera hablando. Ustedes, en cambio, se han acercado
a la montaña de Sión, a la
Ciudad del Dios viviente, a la Jerusalén celestial, a
una multitud de ángeles, a una fiesta solemne, a la asamblea de los
primogénitos cuyos nombres están escritos en el cielo. Se han acercado a Dios,
que es el Juez del universo, y a los espíritus de los justos que ya han llegado
a la perfección, a Jesús, el mediador de la Nueva Alianza y a la
sangre purificadora que habla más elocuentemente que la de Abel.
Palabra
de Dios.
Te
alabamos, Señor.
¡ALELUYA!
“Carguen
sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de
corazón”, dice el Señor
(Mt 11, 29ab).
¡ALELUYA!
EVANGELIO.
EVANGELIO
DE
NUESTRO
SEÑOR JESUCRISTO
SEGÚN
SAN LUCAS 14, 1. 7-14
Un
sábado, Jesús entró a comer en casa de uno de los principales fariseos. Ellos
lo observaban atentamente. Y al notar cómo los invitados buscaban los primeros
puestos, les dijo esta parábola: “Si te invitan a un banquete de bodas, no te
coloques en el primer lugar, porque puede suceder que haya sido invitada otra
persona más importante que tú, y cuando llegue el que los invitó a los dos,
tenga que decirte: “Déjale el sitio”, y así, lleno de vergüenza, tengas que
ponerte en el último lugar. Al contrario, cuando te inviten, ve a colocarte en
el último sitio, de manera que cuando llegue el que te invitó, te diga: “Amigo,
acércate más”, y así quedarás bien delante de todos los invitados. Porque todo
el que se eleva será humillado, y el que se humilla será elevado”. Después dijo
al que lo había invitado: “Cuando des un almuerzo o una cena, no invites a tus
amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos, no sea
que ellos te inviten a su vez, y así tengas tu recompensa. Al contrario, cuando
des un banquete, invita a los pobres, a los lisiados, a los paralíticos, a los
ciegos. ¡Feliz de ti, porque ellos no tienen cómo retribuirte, y así tendrás tu
recompensa en la resurrección de los justos!”
Palabra
de Dios.
¡Gloria
y honor a Ti, Señor Jesús!
EL
VALOR DE LA HUMILDAD.
La humildad nos
permite
encontrar
a Dios y al hermano
El
pasaje del Libro del Eclesiástico o Sirácides hace una reflexión sobre dos
cualidades o virtudes humanas que inciden con claridad en la vida religiosa: la
humildad y la caridad. El mensaje es claro: la
actitud del verdadero humilde es más apreciable que la de aquel que derrocha
sus bienes con orgullo. Esta humildad
bíblica comporta tres aspectos. En primer lugar, la humildad es una justa
apreciación del valor y de la grandeza del hombre. Sólo el que es humilde puede
ver como grandes a los demás. Además, la humildad en la fe introduce al
creyente en lo más hondo del mensaje: en Dios mismo. Finalmente, Dios recibe
gloria por boca del humilde. El autor reflexiona por antítesis sobre el orgullo
para mostrar el valor de la verdadera humildad. El orgullo es el mal
fundamental y se manifiesta por la obstinación del corazón. Es incurable cuando
se le ha dejado echar raíces y cuando se cierra al remedio. El que desprecia la
vida de los demás, despreciará su propia vida y terminará despreciando al mismo
Dios. Jesús ha mostrado un camino de este tipo cuando se ha propuesto como
modelo de humildad evangélica.
Ser
humilde es
“andar
en verdad”
El
que es sabio desea una forma de ser capaz de discernir con exactitud y verdad
lo que es él mismo y los demás. No es la
humildad un falso esconder la cabeza debajo del ala, sino una justa apreciación
de los demás y de sí mismo, así como una apertura hacia Dios porque nos sabemos
limitados de verdad. Santa Teresa
dio una buena definición de humildad: “Andar
en verdad”. Ni más ni menos. Saber
ser lo que uno es y saber luchar por ser lo que Dios espera que seamos.
Aceptando la verdad. Viviendo verazmente. Sin enaltecerse, sin elevarse, sin
darse importancia, sin engreírse, sin considerarse autosuficiente, etc. Aceptar
la verdad pura y simplemente. Esta humildad es un valor evangélico y por eso
Jesús emplea ahí una fórmula solemne: “Dichoso tú”, como una bienaventuranza más.
Jesús
nos pide una
humildad
de corazón
Era
costumbre en aquellos tiempos y lugares invitar de vez en cuando a un rabino
para conversar durante la comida sobre algún punto de interés religioso. En
esta ocasión había allí otros invitados, amigos de este personaje y fariseos lo
mismo que él. Y todos éstos “espiaban” a Jesús. Este detalle demuestra que no
había sido invitado de corazón, sino únicamente como pretexto para ver si
podían sorprenderle en algún fallo. Jesús ve cómo los comensales se disputan
los primeros puestos. El deseo de figurar era una de los defectos típicos de
los fariseos. Recordemos, sin embargo, que Jesús en la Ultima Cena ocuparía
el último lugar, el de los siervos, y lavaría los pies a sus discípulos;
recordemos, sobre todo, que al día siguiente descendería mucho más al ser
colgado en la cruz entre dos ladrones y que, por eso mismo, fue exaltado a la
diestra del Padre. Jesús nos pide
una humildad de corazón, lo mismo que pide la conversión interior y no sólo
exterior. Jesús quiere decir que
el amor auténtico se muestra cuando se ejerce sin esperar recompensa alguna. El
que invita a los pobres no puede esperar ser invitado por ellos en otra
ocasión. Invitar a los pobres sería tanto como sentarse a la mesa de los
pobres, solidarizarse con ellos, sería amarles de tal manera que uno pudiera
esperar también entrar con ellos en el Reino que les ha sido prometido.
Padre José Mª
Martín, OSA
España
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Jesús
nos bendiga, a ustedes y a nosotros,
Nina
y Juan.
GRACIAS SEÑOR ¡¡¡,ERES NUESTRO DIOS BENDITO.TE ALABAMOS,PORQUE FUISTE HUMILDE AMASTE COMO NADIE HASTA MORIR POR TODOS NOSOTROS.QUEREMOS ANDAR EN LA VERDAD,NO OCUPARNOS DE NOSOTROS MISMOS ,SINO DE LOS DEMÁS,QUE TÚ LO SEAS TODO,QUE SEAMOS PISADOS COMO UN GRANO DE ARENA,PALABRAS DE STA. TERESITA DE LISIEUX,PATRONA DE LAS MISIONES,SÓLO EN TI SEREMOS ESA ROCA FIRME,SIN TI ,NO SOMOS NADA.AMÉN.
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